Clara Quintana Silva
hay series de números que no encajan en la vida. series difusas a contra pelo que a menudo nada tiene que ver con los días en que nacemos y morimos
(frágil opérculo)
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[0] (antes del 1+1)
y qué me dices de volar
de volar
al lugar
donde quedarnos
[1]
el santuario de voces replegadas
en una sola voz
nos guía
[2]
vamos ascendiendo
a lugares embarrados
se adentran viscosos
en la carne
llena de costras
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el borde de la memoria
está lleno de pájaros descuartizados
miles de pájaros que no parecen pájaros
inundan el perfil de la tierra como si fueran tulipanes
vuelo de nieve y agosto
mentira
[todos mentimos]
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el logaritmo de 1 es cero
en cualquier base espacio tiempo
nadie quiso dejar de vivir en mí
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31 de enero
año 4712 año Yang: año de fuego
entre las 11 y las 12:39
a 75 grados de la longitud solar
45 días después del solsticio de invierno
nos perdimos
[en algún momento
aquel lugar]
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existe un dolor como
de rama de árbol
que trepa
por los días 23
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al anochecer de los días 24
desorientación sur-oeste
ni siquiera con un mapa
se puede llegar
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ha comenzado la guerra
otra vez la guerra en la ciudad F15
nos vamos convirtiendo en fósiles
[la próxima vez no estaremos]
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números inexactos
cosas sin número
que acompañan la vida
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pero cuanta miseria
en los días
que no se logra combatir
los números impares
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hay millones de preguntas que no obtienen respuesta. hay preguntas que se pueden contestar sin palabras. preguntas con la respuesta equivocada, quizá no está equivocada, pero es la que nos abre una brecha entre el antes y el después, entre el día primero y el día último. ese huracán que silbando nos transporta al momento siguiente. una sola respuesta entre millones de posibilidades puede cambiar en un segundo el rumbo de la vida.
BIOGRAFÍA
María Jesús Silva, voló en torno a los 8 años. Dejó de existir hacía el número 30, a los 40 se subió a la noria y apenas recuerda cómo se fue construyendo la masa solitaria y retorcida que hoy la forma. Cada día es un número por vivir lleno de segundos inexactos que son frontera de pasado y futuro, un resurgimiento que avanza en la niebla entre mundos, es una Antevasin, literalmente ‘persona que vive al límite’, persona que vive en la frontera, que abandona el centro bullicioso de la vida, que vive a la vista de los dos mundos pero que mira a lo desconocido, siempre en movimiento.
El desorden de noviembre, fue publicado en el año 2013, por la editorial La Baragaña, en 2014 la editorial Celesta publicó, Arquitectura de la piel y en 2016 Baile del Sol publica Al otro lado de los cocodrilos. Incluida en la antología ‘Puta Poesía’ de Luces de Gálibo en 2011. Vivencias, Ediciones Orola 2011. En Miles de Tierras, 2015, homenaje a los Brigadistas Internacionales. Cuadernos del Matemático 2012. Voces del extremo, Editorial Amargord 2016.
Trabaja en sanidad, rodeada de números y guiños a la muerte entre vida y vida.
LO QUE SE LEE
Nada más leer las páginas de Números inexactos me hice varias preguntas: ¿por qué el poeta escribe de las ocasiones que ha acertado o que ha fracasado en la vida?, ¿qué es lo más importante a la hora de sentir: la teoría o la práctica? Pero ante los hechos de una vida, el presente aclara los pensamientos que atraviesan el cuerpo, en esa lucha por sobrevivir que se descubre en las personas. La escritura nos dice que el ayer es ese tiempo que no se podrá vivir de nuevo, pero es la poesía la que descubre las luces y las sombras de la realidad, cuando vivimos situaciones parecidas, aunque algunos lo hagamos con más o menos fortuna que otros.
La poesía comparte con sus lectores las situaciones vividas como oportunidades perdidas, pero, por si acaso, nunca lo hace como si fueran solo fracasos, que se cuentan como números de una realidad que la vida pronuncia con palabras auténticas. Es así como Números inexactos describe la soledad de las personas, y María Jesús Silva, la poeta, vive entre las palabras que se dijeron en el pasado para enseñarlas ante los demás como un presente continuo.
La poesía es el misterio de los días: la vida que fue, que es, que podría ser. Los recuerdos, los sueños, el cuerpo roto, las heridas, se viven intensamente porque lo que decimos –y también lo que callamos– puede retrasar cualquier final.
Si el fracaso nos llama a todas horas, la poesía nos redime de su posible deterioro: se escribe de la vida para descubrir lo que no se vivió con éxito, aunque todo se sintiera por eso mismo, también de lleno. Quizá esta sea la respuesta.
© km, 15 de mayo de 2017
