Sublimar cualquier suceso mediante la comprensión inteligente, es algo que solo el hombre puede hacer. Así como también, solo el es capaz de reflexionar sobre cualquier acontecimiento. Así de poderoso es nuestro espíritu.
Fotografía: ©ardiluzu
Es de día, paso las horas muertas en la cama, mirando al techo. Estoy en paz, qué curioso, cada vez ejecuto más gestos idénticos a los que hacían mis predecesores. Miro la lámpara, oscila, se derrite, las tulipas van convirtiéndose en flores, de sus capullos nacen caras. Mirando fijamente la lámpara el proceso se invierte. Probablemente el desastre comenzó al cumplir los seis años, a esa edad tuve el primer berrinche; de antes no conservo memoria, dicen que fui un niño martirizado por la otitis, puede ser, a estas alturas no voy a discutir sobre las maravillas de la infancia. A los siete años perdí a mi madre, no físicamente, sino como entidad maternal, la recuperé cuando estaba a punto de irse, acuciada, por esa joya de la vejez conocida como cáncer. Es de noche, no han bajado las persianas, no estoy en paz.