VASOS DE SED
Si dudas de tu sed, si no te atreves
a preguntarle o a ponerle un nombre,
si sólo sabes que buscas un agua
que la sacie y no hallas sino pozos,
y en ellos ecos que te llaman, bebe.
Si la sed al beber desaparece
es que era sólo sed. Sigue buscando.
Pero si crece en ti cuando la sacias,
si quieres no dejar de tener sed
sino seguir bebiendo día y noche
vasos de sed, no hay duda:
puedes llamarla amor, seguir sufriendo,
y saber que no existe quien te guía.
YO QUE TÚ
Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.
DOS ISLAS
No hago vida de mí. Cuando estoy solo
no hago vida de mí. Te necesito
a cada instante, siempre, incluso cuando
no sé quién eres tú ni dónde estás
ni qué quieres de mí. Cuando estoy solo
siento que estoy en mala compañía.
No sé hacer vida de mi soledad.
Pero no sé tampoco no estar solo.
No sé de mí sin ti. Te necesito
tanto como te temo. Amo tus manos
tal vez porque no están. Amo el abismo
abierto entre nosotros (¿qué es nosotros?),
que no existimos. Busco otro pronombre
que no sea tú ni yo, nosotros, nadie,
una especie de yu, de to, de tuya
de Mogador para tallar la barca
de madera y mentira
donde huir dónde, juntos, deseándonos.
Somos dos islas una frente a otra
que aman el mar que las separa y une.
LA SED A NOSOTROS
Como una palabra en fuga que se hubiese detenido desnuda para entregar sus ropas a nuestro deseo y le dijera: - No soy el amor.”
Vladimir Holan
Lo mismo que las calles conducen a otras calles,
los pasos a otros pasos y la sed a nosotros,
la incierta claridad de la mañana
ilumina el cansancio
de buscar sin descanso a quien nos busque.
Tal vez en una esquina de la noche
nos hemos visto y nunca lo sabremos.
Lo mismo que las horas nos llevan a otras horas,
los días a otros días y el dolor a nosotros,
las manos del amante no encontrado
nos entregan un ramo de renuncias
y la promesa de no morir solos.
Mientras, tal vez, su cuerpo,
ahuyentado por nuestra propia urgencia
en encontrarlo, se nos va adentrando
en la sangre, en el sueño,
a través de las calles o ayer o estas palabras.
ADVERBIOS DE LUGAR
Aquí es donde estoy yo. Esté donde esté
yo siempre estoy aquí donde me ves.
Esta casa, estas caras, estas cosas
cansan, porque aquí cansa.
Aquí hace sed de irse, sed de allí.
Pero allí es el lugar donde jamás podré estar,
donde yo soy imposible. Vaya adonde vaya,
allá donde yo llegue será aquí
y estaré ya esperándome a mí mismo
con un ramo de rosas iguales en la mano.
Ahí es tu aquí.
Ahí parece un grito porque es donde te duele.
Yo quiero estar ahí, donde estás tú,
tú aquí o, mejor, los dos allí, remotos, juntos
porque lo vivo es lo junto.
Ahí hay el amor que no hay aquí.
Esas cosas tocadas por tus manos,
eso que piensas, dices, callas, sueñas,
esos lugares donde estás sin mí,
eso deseo, eso necesito.
Y ser tu ahí, tu aliento intercalado.
Allí es la salvación, el espejismo
nacido de la sed de estar aquí.
Allí sí que seríamos felices,
donde tu aquí y mi ahí estarían juntos,
comerían perdices que no existen.
Allí es la lluvia aquella
que cae sobre este páramo sediento.
Allí es Jauja, el Dorado. No hay palabras
que puedan dar idea de aquel sitio.
Las palabras son éstas, nunca aquéllas.
Yo estoy aquí y tú ahí y allá nosotros cuándo.
Esto es piedra. Eso es seda. Aquello es mar.
Aquí, hogar imposible, íntima ausencia,
odiado domicilio, cárcel del cada día.
Ahí, calor del tú, tu vida mía,
tesoro de tu isla, aire de amor.
Allí, donde no estamos, llueve sobre la vida
que nunca será nuestra y nos aguarda.
LA ESPADA Y LA PARED
(modos y modismos de escribir)
Escribo de puntillas, a escondidas,
a trancas y barrancas,
a tientas, no a sabiendas, al vuelo, a duras penas,
contra viento y marea, a pies juntillas.
Escribo a ratos perdidos los ratos que he perdido.
Escribo entre la espada y la pared,
me agarro a un clavo ardiendo,
me busco las cosquillas.
Escribo al buen tuntún, sin ton ni son, a secas,
a la buena de dios, a lo que caiga.
Escribo a tumba abierta, dando tumbos.
Escribo para no hacer otra cosa,
por puro vicio, por pasar el rato,
para matar el tiempo, el gusanillo,
mil pájaros de un tiro, tiro piedras
a mi propio tejado, porque sí.
Pienso en las musarañas, rizo el rizo,
pierdo ripio, predico en el desierto,
cultivo habas contadas, naranjas de la China,
pongo pies en pared, pierdo las riendas.
Escribo para irme de la lengua,
para que no le puedan crecer pelos,
para que se me vaya el santo al cielo,
para estar en las nubes o en la higuera.
Escribo para no perder el hilo,
para caer de un guindo, si es posible en la cuenta,
para que se me venga el mundo encima.
Escribo entre la espada y la pared
y en lo que digo aquí hay gato encerrado.
Sus ojos verdes brillan por su ausencia.
(del libro Yo que tú)
BIOGRAFÍA
Juan Vicente Piqueras nació en 1960 en Los Duques de Requena (Valencia). Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia, ha trabajado como locutor de radio, guionista, subtitulador, traductor y profesor de español para extranjeros. Desde 1988 vive fuera de España. Ha vivido en Francia, en Roma (su ciudad, durante 20 años), en Atenas, en Argel, y actualmente en Lisboa, siempre dedicado a la poesía y a la difusión de la lengua y la cultura españolas. Trabaja en el Instituto Cervantes.
Ha publicado los siguientes libros de poemas:
Es autor de las siguientes traducciones:
Poesía Completa de Tonino Guerra –U.P. San Sebastián de los Reyes (2002, 2ª edición 2011).
Una calle para mi nombre (antología del poeta de Sarajevo Izet Sarajlic) – ed. 4 estaciones (Lucena, 2003).
Cosecha de ángeles (antología de la poeta rumana Ana Blandiana) - ed. Cosmopoética (Córdoba 2007).
El hambre del cocinero de Kostas Vrachnós - ed. Cosmopoética (Córdoba 2008).
El huésped en el bosque de Elisa Biagini - ed. Cosmopoética (Córdoba 2010).
Encima del subsuelo de Kostas Vrachnós - ed. Point de lunettes (Sevilla 2014).
Refugiarme en una palabra de Cesare Zavattini –ed. Bartleby (Madrid 2016).
Premios recibidos:
Premio José Hierro por La palabra cuando (1991).
Premio Antonio Machado por La latitud de los caballos (1999).
Accésit premio Ciudad de Melilla por Adverbios de lugar (2003).
Premio de la Crítica valenciana y premio del Festival Internacional de Medellín por Aldea (2006).
Premio Jaén de poesía por La hora de irse (2010).
Premio Manuel Alcántara por el poema La habitación vacía (2012).
Premio Fundación Loewe por Atenas (2012).