Me paseo por la ciudad de Helsinki entre sus gentes y sus estatuas
entre sus perros y sus soledades Me busco a mí mismo en ellas
Siento su soledad
cómo crece a veces hasta el grito que es destrozado
por el alarido de los frenos Veo cómo crece su soledad
al compás en que crece la aglomeración Las viejas casas se contemplan mutuamente detrás de cortinas echadas
Las viejas casas no hacen más que desaparecer
mientras las nuevas casas crecen hacia el enhollinado cielo tanto más altas cuanto mayor es la aglomeración
En la ciudad me tropiezo con gentes sin identidad que vagan con la mirada perdida
A veces me encuentro a alguno de ellos que viene hacia mí y me pregunta quién es
de quién es
hacia dónde se encamina
Y yo le sonrío amablemente mientras lo envío a un ambulatorio abarrotado
donde le dan un número para la soledad una tarjeta
en la que está escrito quién es adónde tendrá que encaminarse
y que no es de nadie excepto de la gran ciudad que no sabe que él existe
que no se preocupa de su soledad que le ofrece una farmacia
o una nueva ventanilla en alguna parte de un largo pasillo
o una tumba en los márgenes de toda comunidad
Recuerdo a uno
que trató de alejarse de la ciudad a nado A otro que sintió un extraño vértigo
antes de salir volando y desplomarse en la calle Recuerdo a otro
que cogió el tren para volver a casa
pero que no se encontró a sí mismo en su hogar
Me los he encontrado durante paseos nocturnos cuando se movían discontinuamente
de escaparate en escaparate
como mariposas nocturnas que las patrullas recogen con sus grandes cazamariposas
Me los he encontrado en hospitales donde andaban perdidos
buscando su nombre y su fecha de nacimiento Recuerdo sus mejillas
como secos desfiladeros sin lágrimas
La ciudad se llama Helsinki
Allí hay personas más solas que estatuas Allí hay personas sin identidad
En la ciudad donde las viejas casas se contemplan mutuamente
En la ciudad donde las nuevas casas crecen hacia el cielo enhollinado Donde las personas están más solas que los perros
De noche
cuando el tráfico se ha dormido bajo el capó de los coches y las palomas invaden la ciudad
las veo
de una en una
a lo largo de los muelles oteando hacia el mar en los parques oteando
hacia el enhollinado cielo
Libro: Y palabra se hizo poesía
Autor: Claes Andersson
Traducción: Francisco J. Uriz.
Editorial: Libros del Innombrable (Zaragoza)