Vivimos ese día sumidos en la misma catatonia que el resto de los españoles, con angustia y expectación, sin saber bien cómo reaccionar. Respecto a cómo repercutió la noticia en nuestro ámbito de cobertura, te diré que estuvimos 24 horas pendientes de las instrucciones de Madrid, levantamos toda la parrilla y no se emitieron informativos de ámbito territorial. A medida que pasaban las horas, TVE comenzó a incorporar llamadas de emergencia mediante rótulos en la emisión en directo. Fuimos los primeros, por ejemplo, en hacernos eco de la necesidad de donaciones de sangre, intentando ayudar al banco de sangre de Madrid, que tenía dificultades para canalizar sus demandas. Paralelamente y desde Palma, se investigó si en el atentado había muertos o heridos procedentes de Baleares. Como ves, la producción local se supeditó a los informativos de Madrid en aras a una mayor homogeneización, conectando, de un modo permanente, con los informativos de la primera cadena de TVE.
Apenas hemos visto imágenes de las víctimas del 11- S. Al parecer, en Estados Unidos no gusta la exhibición pública de la sangre; paradójicamente, sus películas más taquilleras son también las más sangrientas. ¿Te parece necesario el bombardeo de imágenes morbosas con las que las distintas cadenas pretendieron sensibilizarnos de la extrema crueldad del atentado?
Creo que hay ciertas imágenes que, a pesar de su espectacularidad, no abundan en un mejor conocimiento de la noticia. Concretamente, creo que el terrorismo tiene una amplificación mediática contraproducente, y también creo que debe darse un criterio deontológico que, sin minar la difusión de la noticia, evite el acercamiento o la empatía con ciertas ideologías. Me explico: Si se trata de informar, no hay que tener escrúpulos, pero tampoco hay que ayudar al terrorista en sus fines propagandísticos. Sospecho que frecuentemente se eleva a la categoría de héroe a un vulgar delincuente. En un extremo estaría la idea de silenciary en el opuesto estaría la noticia-espectáculo. Ambos extremos son reprobables, y no creo que ciertas imágenes contribuyan a una mayor sensibilización de la ciudadanía. Moralmente, la autocensura mediática es o sería necesaria. Por desgracia, también existe la guerra de audiencias, y en ocasiones informar concienzudamente y con responsabilidad no basta. Hay ciertos intereses editoriales que al ser aplicados perjudican al espectador.
¿Qué relación mantiene RTVE con las cadenas extranjeras? ¿ Les proporcionáis algún tipo de información o envían ellos a sus propios corresponsales al lugar de los hechos? Cara al exterior, ¿cuál es el primer filtro?
En referencia al 11M, el canal internacional de TVE emitió información sobre el atentado durante todo el día. Evidentemente tenemos satélites que proporcionan información a todo aquel que tenga acceso a dicho soporte. Si aparece alguna empresa interesada en comprar determinadas imágenes, lógicamente se negocia. También existen agencias proveedoras, de todos conocidas. Eso no quiere decir que no existan los contactos y el intercambio entre las distintas cadenas, pero el medio público jamás canaliza la información.
Si pensamos que el dolor también hace espectáculo recordemos el circo de Nieves Herrero en Alcaser cuando el macabro asesinato de las tres niñas, o los cientos de veces que hemos visto caer las Torres Gemelas- ¿Crees necesario el constante desfile de afectados por las bombas del 11-M en programas de máxima audiencia? ¿Crees que su testimonio contribuye a que no olvidemos la amenaza del terrorismo o simplemente se está satisfaciendo una curiosidad malsana?
Vengo observando que de un tiempo a esta parte las miserias individuales acaban trascendiendo a la realidad televisiva. Los atentados que sacuden la conciencia de toda la sociedad siempre se acompañan de testimonios verídicos que apoyan y subrayan el valor de dicha sacudida. Desde un punto de vista sociológico, se puede evaluar la reacción de todo un colectivo en función de cómo ha reaccionado el individuo más afectado, de su primera respuesta y también de una respuesta posterior más reflexionada y madura. Entiendo que no sólo hablamos de morbo, sino de compasión, solidaridad y desde luego curiosidad. Los españoles todos, en general- nos unimos más en la desgracia que en la dicha. Como producto televisivo, el reality show es asequible y funciona bien. Supongo que la plañidera colectiva y la catarsis televisiva son fenómenos que tienen mucho que ver con nuestro propio carácter, con nuestra manera de ver las cosas. Personalmente, me preocupa cuál será el siguiente paso: ¿Volveremos a adoptar un papel moralizante, o tenderemos a buscar el impacto de un smurf movie? ¿Qué programaremos en conciencia? Hoy por hoy, parece que la conciencia sea un corsé a la libertad del individuo, pero yo creo que hay que saber limitar para poder valorar, y que la primera limitación no tiene, necesariamente, que ser exógena. Te pondré un ejemplo: yo sé que emitiendo pequeños cortes de una película- los más espectaculares, los más violentos o los más eróticos- creo unas determinadas expectativas, y que muy probablemente tendré una mayor audiencia de la que tendría de no hacerlo, pero, si emito uno de esos cortes a las cinco de la tarde, también es probable que sea visto por un niño. ¿Me explico? Siempre hay intereses encontrados, y aunque la libertad absoluta se nos presente como un rasgo de modernidad, no siempre significa progreso.
Se ha comentado en más de una ocasión que cuando el desastre del Prestige, TVE, Televisión de Galicia y Antena 3 actuaron como lo hicieron no porque sus periodistas sean muy ingenuos a la hora de valorar un hecho, sino porque la censura política Aznar, Fraga- les impidió informar adecuadamente. Sin tapujos: ¿Cómo se cubrió la información del atentado el pasado día 11, hubo presiones?
Últimamente parece que todo el mundo pueda cuestionar los criterios del director, el editor o todo un grupo editorial, que no dejan de ser profesionales con una sólida trayectoria a sus espaldas. Puedo garantizarte que en mi caso no sufrí ningún tipo de presión, pero siempre tengo muy presente esa voz interna que me dicta qué debo o no debo hacer. Sobre la autocensura, además, actúa la propia sensibilidad del periodista, su manera individual de enfocar las cosas. Cabría ahora preguntarse por qué tendemos a dar más credibilidad a una fuente desconocida que al propio gobierno. La frase Según fuentes consultadas, dignas de toda credibilidad se nos viene repitiendo demasiado. Y yo me pregunto, ¿qué fuentes son esas? ¿Quién está detrás de un rumor o una falsa noticia? ¿Por qué siempre se ponen en tela de juicio las afirmaciones de un gobierno y jamás se cuestiona el interés político que pueda tener la oposición, por ejemplo, en hacernos creer tal o cual cosa? ¿Por qué Almodóvar se hace eco de un bulo y, difundiéndolo, contribuye a una crispación innecesaria? ¿Por qué la SER nunca rectificó? Los informadores somos ante todo profesionales, y, como tales, buenos conocedores del medio; los rumorólogos y los mal llamados analistas de opinión se inscriben en otra categoría. Si bien hay que buscar siempre la verdad, hay medios de comunicación que sólo investigan en una línea, que es la que más les favorece. En cualquier caso, yo siempre defenderé la libertad de expresión y la posibilidad de discrepar como un ejercicio de higiene mental, pero sin faltar por ello a la verdad. Antes contrastar que aventurar, antes analizar que difundir mentiras. Volviendo a tu pregunta, supongo que el PP tiene un serio problema de credibilidad informativa: no se les creyó en el asunto del Prestige y tampoco se les ha creído ahora. Gota a gota, y manipulado todo ello desde el exterior, parece que mientan por sistema y con intereses partidistas. En cualquier caso, mi obligación es preservar los criterios editoriales del medio al que represento y no es aceptable que esa labor sea interpretada como intromisión o como un intento de manipulación tendenciosa.
Lo cierto es que tuvimos una jornada de reflexión extraordinariamente atípica, y no sólo en las calles. A tu juicio, ¿perdió el PP en tres días unas elecciones que tenía ganadas de antemano?
Creo que durante las tres jornadas de reflexión que vivimos tres, no una- los ideólogos de la izquierda no se comportaron de acuerdo al respeto que se le debe al juego democrático, y que por ello impulsaron y secundaron manifestaciones, y también difundieron rumores con el único fin de crear inquietud en el estado de ánimo de una sociedad que ya estaba muy alterada por la magnitud y la brutalidad del atentado. No creo que podamos hablar de una jornada de reflexión, sino de agitación; de agitación promovida por los que poco o nada tenían que perder, puesto que los sondeos previos los señalaban como perdedores. Si entras en El periodista digital podrás comprobar que, tras el atentado, el 22% de la población cambió su voto a favor del PSOE, bien mediante la abstención, bien mediante el voto directo. El dato se ha sacado de los propios usuarios de este foro, que viene a ser un punto de encuentro nada sospechoso- de los profesionales del periodismo. Cuando el 22% de la población cambia su voto, es porque alguien o algo ha removido sus conciencias, y ello no apunta exclusivamente al atentado. Personas perfectamente honorables mantienen que si el PP perdió las elecciones ello fue debido a que el gobierno manipuló la información del atentado o, al menos, la dosificó en función de sus intereses políticos. Otras personas, igualmente honorables, mantienen que su derrota se debió a un engaño orquestado por y desde el PSOE, organizando manifestaciones delictivas contra las sedes del PP y tergiversando toda la información que iba saliendo a la luz a medida que pasaban las horas. ¿Valoran los políticos responsables de la campaña agit- prop las consecuencias de los vientos que están sembrando? ¿Qué quedará de aquel país que hizo una transición modélica? Si el principal sospechoso de manipulación es aquel que puede salir beneficiado de la misma, y en este caso el beneficiado más claro ha sido el PSOE, que cada cual saque sus propias conclusiones.
A la vista de lo que ocurrió el día 13, ¿no debería extenderse la jornada de reflexión a los medios y, al igual que se hace en Semana Santa (aclararé a nuestros lectores extranjeros que en España durante esos días solemos ver películas de corte religioso), dedicarnos a ver dibujos animados?
Los medios no pueden ni deben dejar de informar durante una jornada de reflexión, pero sí deben autoaplicarse un código deontológico muy estricto. Cubrir una información ampliamente y sin distorsión alguna sería el objetivo de cualquier medio de comunicación, y muy especialmente durante los días previos y posteriores a unas elecciones. Sin embargo, también existe el maniqueísmo informativo, y la información puede adulterarse, de maneras insospechadas, en función del informador escogido. Por otro lado, la gente se acerca a un determinado medio para reposicionarse, para subrayar sus propias ideas, y no sólo para informarse. Necesitamos un espejo en el que vernos reflejados, y no todos los espejos devuelven la misma imagen.
Ahora que se acerca la Semana Santa, ¿qué opinas de la crucifixión de Urdaci?
Una miseria.
Asegura Juan Pedro Valentín, director de los Servicios Informativos de Telecinco, que "cuando la independencia se ve como un gran logro, el periodismo está enfermo". ¿Qué opinas de esta frase?
Yo no hablaría de enfermedad: Opino que si el periodismo no es independiente no es periodismo. Hay mucha gente que cobra como redactor o como periodista y que en realidad practica el intrusismo; también hay ciertos directores de programas televisivos que ofrecen un púlpito a personajes que pululan por los platós y que nada tienen que ver con la profesión. Muchas veces, opinan sin siquiera estar informados. También hay muchos periodistas que dedican más tiempo a comentar la columna de un colega que a la noticia en sí, magnificando al informador y menospreciando los contenidos. También existen los que van de profetas y los que llegan a tener más fama o relevancia que el propio entrevistado. Todo es parte del mismo show, pero no conviene confundir los roles, ni darle un papel protagonista a quien no lo merece.
Un total de 5.719.000 espectadores, con un 31,5% de cuota de pantalla, siguieron en Telecinco la entrevista a José María Aznar realizada por el director de Informativos de la mencionada cadena. Estas cifras lo convierten en el segundo programa más visto de la jornada. ¿Qué opinión te merece dicha entrevista?
Lo sorprendente no es que fuera el segundo programa más visto de la jornada, sino que esa fuera, precisamente, la entrevista de Aznar más vista durante los 8 años de su gobierno. No voy a opinar sobre el entrevistador, no voy a pronunciarme sobre si a mi juicio fue o no fue ecuánime; tampoco voy a cuestionar la entrevista, si acaso, convendría opinar sobre el entrevistado, sobre la autenticidad y la profundidad de sus respuestas. Pero no lo haré. Me limitaré a apuntar un hecho: es preocupante que una entrevista resulte más o menos atractiva en función del medio que le da soporte.
¿En qué medida Internet y los mensajes que la gente envió a través del móvil boicotearon las votaciones? ¿Hacia dónde va el periodismo en un momento en que las nuevas tecnologías informativas están al alcance de cualquiera?
Para elaborar una noticia hay que tener la información adecuada. Los foros, las páginas web, los mensajes de móvil... todo eso me hace pensar en las avionetas de Ruiz Mateos, en los carteles con los que periódicamente nos recuerda lo de Rumasa. Lo anecdótico no debe confundirse con lo informativo, aunque en ciertos casos sirva de referente. Un graffiti, por ejemplo, puede ser propaganda o simple provocación, pero jamás deberá ser contemplado como un gesto periodístico. En cuanto a Internet, ¿qué credibilidad tiene un mensaje remitido por alguien que a veces ni siquiera se identifica? El periodismo no tiene un problema de medios, plataformas ni soportes.
Como antes comentábamos, los dos grandes partidos se acusan mutuamente de haber intentado redirigir la voluntad del electorado. Últimamente, parece que todo el mundo se siente manipulado... ¿O simplemente aquí manipula quien puede?
La diferencia que hay entre manipulación y línea editorial es la misma que puede haber entre regalo y soborno: la diferencia se establece a partir de la percepción que pueda tener quien lo recibe. Dar distinta relevancia a una información ¿es manipular o efectuar una previa evaluación de conciencia? Lo importante es no dejarse manipular, no los intentos externos por convertirnos en marionetas. ¿Podemos pensar, puesto que hay un fin electoralista, que todo político es, en esencia, un manipulador? En nosotros está la elección y el libre albedrío. En nosotros está decidir. Por poner un ejemplo: Arnaldo Otegui no tiene autoridad moral para decirme que el asesinato de una persona está más o menos justificado que el de otra, y por lo tanto no tiene poder para manipularme, puesto que yo ni siquiera me planteo entrar en su juego de argumentaciones.
Hace poco le oí decir a un periodista: Nunca dejaré que la verdad me estropee un buen titular ¿Vivimos una época en la que lo que vende es el sensacionalismo? ¿Por qué ocurre esto?
Eso es ya una certeza, y no precisamente reciente. Hasta hace poco, el redactor jefe decidía los titulares. Los datos manejados por el CIS apuntan que un 80% de la población sólo lee los titulares, sin molestarse en entrar en el cuerpo de la noticia; por esta razón, se busca que el titular sea suficientemente llamativo como para alentar al lector a una lectura completa. Por desgracia, el titular no siempre representa la esencia de la noticia, y una noticia o una verdad a medias puede fácilmente convertirse en mentira. ¿Amarillismo? Ten en cuenta que la pluralidad de los medios y una economía básicamente competitiva impulsa a querer dar una noticia diferente o que al menos sea percibida como tal.
¿Por qué el nivel de las distintas programaciones- y no hablo sólo de tu cadena- es tan bajo? ¿No crees que desde televisión también se puede y debe hacer pedagogía? ¿Cuándo dejará de funcionar la fórmula panem et circem?
Porque a la gente hay que ofrecerle lo que pide, aunque opino que desde la televisión pública SÍ hay que hacer pedagogía fomentando que ciertos contenidos sean de interés y alcancen una mayor difusión. Por desgracia, si fomentásemos la ópera, pronto se alzarían voces recordándonos que a la gente le gusta Cine de Barrio. Los productos menos populares suelen desviarse a la segunda cadena, e incluso podríamos plantearnos una tercera cadena que recogiese lo verdaderamente minoritario, no por ello prescindible. La presión comercial es altísima, y siempre se plantea una cuota de pantalla ascendente. No basta con mantenerse, hay que ganar audiencia.
¿Qué crees que va a cambiar en Televisión con la llegada de Zapatero?
Tendría que cambiar la actitud del partido que va a gobernar España. Desde el año 56 la televisión ha sido un instrumento al servicio del poder, pero también un arma arrojadiza de la oposición. Personalmente no tengo mucha confianza en un partido que ya nos dio muestra de su funcionamiento en el año 82, pero, ¿Hay que plantearse el rol de la televisión pública en el ámbito estatal o económico? ¿Se justifica un déficit que nadie es capaz de controlar con una oferta que entra en competencia directa con los canales privados? ¿Hasta qué punto esto no es una estafa a la ciudadanía? El modelo de televisión pública aún no lo ha definido nadie. ¿Podemos, con los mimbres que tenemos, elaborar un cesto donde quepan todas las conciencias?