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LUKE nº 172 verano 2016

Pilar Salamanca

Invocacion a los vivos

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Me llamo Pilar Salamanca (estoy casi segura de ello) y acabo de publicar El olvido y otras cosas imposibles donde cuento lo que me sucede a partir de un 6 de Octubre que nací en Valladolid en un año que no viene al caso.

Empezando por A Capella en 1999 he escrito también varios relatos y dos poemarios: Qasida y Días de Lengua Roja. Orgullosa colaboradora de últimoCero (periodico digital de Pucela) mis otras novelas se llaman: Enaguas de Color Salmón (1998); A Cielo Abierto (2000); La Isla Móvil (2005) y Cráter (2007); Los Años Equivocados (2009) y Soñar con Ballenas (2012); El olvido y otras cosas imposibles es la última de la familia.

Martes, 24 de Marzo

Por la mañana nos dirigimos al templo y empezamos las mediciones. Pasamos más de tres horas dando vueltas a los muros y tumbados en el suelo duro y helado de la mastaba haciendo fotografías y copiando las inscripciones de las ofrendas funerarias y las de una sorprendente estela de diorita que aparece decorada con cabezas de ocas. Según Mahdi, se trata de una invocación a los vivos, una especie de oración con la que los antiguos egipcios apelaban a la memoria del caminante a fin de que el nombre grabado pudiera revivir de nuevo con el aliento y el espíritu de aquel que lo leyese.

El texto dice - más o menos- así-:

“Mi nombre era Imhotep pero me llamaban Petubast, Guardian del Sello del faraón Huni”

Y a continuación, venía la invocación:

“Me encontraré con todos vosotros,
hombres onerosos y estúpidos,
los del colmillo sangriento,
heridas frescas,
los de las manos atadas
y los otros.



Me encontraré con todos vosotros,
Hombres del mal ejemplo, el disimulo,
De la impotente resignación y de la pena,
La purulenta pena de olvidarnos
y de no estar ahí nunca.



Me encontraré con todos vosotros
En la última esquina del templo
En el último rincón, la punta
de este desierto destrozado
Y cuando os vea:



Volaré vuestros tímpanos a preguntas
Y la cuenca de esos, los vuestros ojos
ciegos y miopes.
Liquidaré vuestra envidia
A picotazos y vuestro cuajo
A golpes.



Ahogaré vuestras mentiras con mis gritos
Y los millones de gritos de los míos.



Porque nos habéis traicionado,
hombres incapaces y horrendos,
muertos hombres, héroes muertos,
progenitores del horror y la injusticia
Nos habéis entregado a los tiranos
Violado



Me encontraré con todos vosotros
y os haré tragar el veneno a cucharadas
y con voz de trueno y de tormenta
Me oiréis por fin esta promesa:

No, no sobreviviréis”