Sus tres primeros libros son de poesía, Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929).
El nacimiento de un poeta no coincide con la fecha biográfica, ocurre en el momento de la revelación lírica, cuando descubre mediante la emoción de las palabras que le fue dado ser poeta. En el caso de Borges, esta revelación se produce cuando su padre le recita Oda a un ruiseñor de John Keats. Así lo cuenta en una de sus conferencias de Arte poética llamada "Credo de poeta" de 1968:
"Mi memoria me devuelve a una tarde de hace sesenta años, a la biblioteca de mi padre en Buenos Aires. Estoy viendo a mi padre; (…) Lo estoy viendo ahora mismo y oigo su voz, que pronuncia palabras que yo no entendía, pero que sentía. Esas palabras procedían de Keats, de su Oda a un ruiseñor. (…) Yo creía saberlo todo sobre las palabras, sobre el lenguaje (cuando uno es niño, tiene la sensación de que sabe muchas cosas), pero aquellas palabras fueron para mí una especie de revelación. Yo había considerado el lenguaje como una manera de decir cosas, de quejarse, o de decir que uno estaba alegre, o triste. Pero cuando oí aquellos versos (y, en cierto sentido, llevo oyéndolos desde entonces) supe que el lenguaje también podía ser una música y una pasión. Y así me fue revelada la poesía".
Sus tres primeros libros son de poesía, Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). No publica el siguiente hasta 1964, El otro, el mismo pero durante estas tres décadas habla de poesía en todos sus libros, la menciona, la cita, la refiere, está presente en sus cuentos, en personajes, en el ambiente, en el ritmo de sus cuentos. La magia de su prosa conserva el misterio poético. Durante toda su vida, en conferencias, ensayos y entrevistas ha recordado a sus lectores la poesía.
"…me han sucedido muchas cosas, como a todos los hombres. He encontrado placer en muchas cosas: nadar, escribir, contemplar un amanecer o un atardecer, estar enamorado. Pero el hecho central de mi vida ha sido la existencia de las palabras y la posibilidad de entretejer y transformar esas palabras en poesía".
En El oro de los tigres hay un tanka en el que Borges consigue contar su historia y su destino en la breve estructura de la poesía japonesa:
No haber caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.
Ser en la vana noche
el que cuenta las sílabas.
En este año de homenajes por el 30° aniversario de su muerte, es preciso recordar al autor de El Aleph, El hacedor, Ficciones, sin olvidar al poeta que escribió el mundo desde Buenos Aires, ciudad que cuenta como nadie en dos versos:
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires
la juzgo tan eterna como el agua y el aire.
Así es también la obra de Borges, eterna como el agua y el aire, infinita, que en cada lectura nos regala una revelación.
Feliz 2017 queridos lectores de Luke.