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LUKE nº 175 diciembre 2016

Kerman Arzalluz

PRODUCCIONES LENTAS presenta: BONITO, BONITO

elle

"Lo mejor que le puede pasar a un cruasán…" —arrancaba Pablo Tusset en su divertidísima novela de título homónimo— "…es que lo unten de mantequilla". Y me atrevería a añadir "y mermelada de albaricoque templada, para ti". Vamos, lo que viene a ser el placentero desayuno dominguero fuera de casa, en Otaegi o cualquiera de esos templos del buen hacer cafetero, chocolatero, la bollería fina y los pastelitos de bocado —y los turrones artesanos calidad suprema, ahora que tenemos las celebraciones navideñas a la vuelta de la esquina—. Pero para un cinéfilo metido de lleno en el zinemaldi donostiarra, un domingo 18 de septiembre es una jornada llena de expectativas y, por tanto, ilusionante, que puede arrancar perfectamente con un yogurt con cereales y un cortado casero de aprobado raspado.

El plan del día arrancaba a las 9,00h en el Teatro Principal con Nocturama. Después hamaiketako rápido y a las 12,00h The Giant en el Trueba. Comida sin prisas en casa —siesta incluida— y a las 19,30h Que Dios nos perdone, en el Principal. Y a partir de ahí sí, echar de reservas y lactatos para afrontar el último pase del día, previa evacuación de la sala, primero, y de la vejiga, después, para en un pis —precisamente— pas, ponerse en la cola de acreditados de prensa y hacerse con una butaca para ver a las 22,00h Elle, nuevamente en el Principal.

Es a las 21,45h cuando uno cruza los dedos y se encomienda a quien haga falta para que la cuarta cita del día merezca la pena porque el cansancio hace mella y completar cuatro horas seguidas de cine y, a la postre, el día, con un bodrio sería fatal. Y aprovecha ese ínterin de la cola, acomodo en la butaca y espera, para recapitular:

Nocturama: Cuando detecto en un guión un agujero del tamaño de Wisconsin, me cuesta darle el visto bueno a una película, por impecable que sea el resto. Pero pasa que soy de procesador lento y el tiempo lo cura casi todo y que donde yo veía inverosimilitud quizás no la había tanta y puedo aceptar decisiones rematadamente estúpidas de los protagonistas por la vía de la torpeza juvenil. Pese a algunas objeciones, la película apunta cosas interesantes, invita a la reflexión y deja un mensaje final, con el asalto de las fuerzas especiales a esa especie de galerías Lafayette, del todo inequívoco. Sensación de menos a más.

The Giant: Whatsapp del 18 de septiembre, a las 13,52h en el grupo "Zinemaldi 2016": Una oda con megametáfora. Si le quitas un poco de metáfora y le añades espectáculo y a Susan Sarandon, en U.S.A. la podrían nominar a un Oscar. Les encantan estas cosas. No me emociona.

Que Dios nos perdone: Salvo la escena del gatito ¬¬-en la que el asesino casi se presenta a la pareja de policías protagonista con tarjeta de visita- y, sobre todo, una escena final sin pies ni cabeza, la película es un thriller en toda regla, con buen ritmo narrativo, no pierde el pulso ni decae en ningún momento, presenta subtramas interesantes, ahonda en las historias y la sicología de los protagonistas y ofrece buenas interpretaciones –mención especial aquí para un excelso Roberto Álamo-. Funciona.

Vamos, que la cosa arranca con dudas, apunta hacia abajo, pero tras entrar en horario p.m. va mejorando —seguro que la renovada disposición tras la siesta tiene algo que ver— con la tercera de la jornada.

En ese momento, a un puñado de minutos de que Elle comience se sienta a mi lado una joven chiquita y atractiva, con su acompañante, y surge la conversación informal:

—Bueno…a ver qué tal es ésta.

—Nosotros no hemos visto ninguna. Andamos de reuniones todo el día.

—¿Y eso?

—Hemos hecho una película y nos estamos reuniendo con las productoras, los distribuidores... llevamos de aquí para allá todo el día… Así que ésta es la primera que vamos a ver.

—¡Ah, qué guay! ¿De dónde sois?

—Yo de Pamplona aunque llevamos tiempo en Madrid. Nuestra idea es estrenar el año que viene.

Se apagan las luces y queda la charla en suspenso con un último "Ya me dirás luego qué título tiene la peli…para estar atento… me haría ilusión verla después de haberos conocido" por mi parte.

Durante la proyección veo que a mi vecina le está gustando, que disfruta la película como un chaval con balón de cuero nuevo. Exclama varias veces mientras se revuelve en su butaca. Observo de soslayo en un par de ocasiones sus ojos bien abiertos y un gesto en el rostro que denota sorpresa y satisfacción. Como de estar pensando "Qué crack, Verhoeven. Ya me gustaría a mí". A todo esto, recuerdo haber leído que Paul Verhoeven, responsable de exitazos comerciales como Rococop, Desafío Total o Instinto Básico, había manifestado en una reciente entrevista que en su vida se le hubiera ocurrido el guión de la película, que afortunadamente le habían proporcionado el guión escrito con el encargo de dirigirla. Curioso y loable, por otra parte, la sinceridad del neerlandés.

Elle: Fresca, traviesa, arriesgada, cínica, una pequeña locura. Una joyita cinematográfica con una Isabel Huppert sarcástica, atractiva y poderosa, que lo borda. Y por encima de todo, un film que juega con fuego y no se quema, presenta el horror ante el espectador y juega con él —con el horror y con el espectador— haciendo regates por aquí y requiebros por allá, para no dejar de sorprender. El arranque de la película se las trae, es duro. Y todo va a girar en torno a él pero sin tomar la natural dirección del drama más angustioso sino haciéndolo hacia los derroteros de la sensualidad y, sobre todo, de la sexualidad, para mostrarnos una mujer talludita desinhibida, sin prejuicios, una exploradora en acción.

Elle nos sitúa ante el eterno debate: ¿Se puede tratar cualquier tema con humor o no hay espacio para el humor cuando se trabaja con determinados contenidos? Por citar varios ejemplos, sin hilar demasiado fino: sobre el holocausto —El gran dictador (Charles Chaplin, 1940) o La vida es bella (Roberto Benigni, 1997)—; la pederastia —Happiness (Todd Solondz, 1998)—; los abusos sexuales —Elle (Paul Verhoeven, 2016)—. Y aquí mismo, aunque la coyuntura actual, el éxito del formato y la distancia no dejen lugar a dudas, sobre el asunto vasco, Vaya Semanita. Originó no pocas controversias en sus inicios.

Así pues, ¿herramienta inapropiada que frivoliza o instrumento adecuado para desacralizar? El único modo de tratar estos temas sin querer hacer drama, consiste en la desfocalización, en plantear el tema como punto de partida, pretexto, contexto, personaje, atmósfera o tema secundario, no como tema central. Se sitúa la mirada principal en otro punto, el tema principal es otro, más dúctil. Ni frivolización, ni desacralización. De modo que ni se hace chanza ni se resta ni un mínimo de importancia. Ahora bien, volviendo a Elle, no es fácil defender este argumento si a uno le enfrentan con la escena en la que Isabelle Huppert informa con absoluta asepsia -como si no fuera con ella la cosa-, en mitad de una agradable cena con su acompañante y otra pareja de amigos, que ha sido violada, para estupor de todos ellos. Si acaso tiene algún viso de explicación en el crescendo y la dimensión que adquieren su determinación y sus acciones.

—Ana de día —dice ella—.

—¿Cómo?

—La película…se titula Ana de día.

—¡Ah, vale, perdona! Estaré atento. Pues nada chicos, que os vaya bien, mucha suerte con la peli.

Al día siguiente contrasto la información en la red. La chiquita pizpireta se llama Andrea Jaurrieta, es pamplonesa y Ana de día es su ópera prima, financiada a través de crowdfounding.

Isabel y Ana, Ana e Isabel; experiencia y savia nueva, determinación y excelencia. Dos frascos pequeños: en uno, la fragancia sofisticada, elegante, atrevida y perdurable; en el otro, bulle por salir.

Me acuesto satisfecho. Estas cosas de lo novel versus lo consagrado son muy literarias. Y que pasen de verdad…

Al día siguiente me despierto con un regusto agradable, como de cruasán plancha a la Tusset.