PIERO DE VICARI
Nació en San Nicolás (provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1963, lugar donde reside. Es Profesor de Historia y Empleado Judicial. Desde 2015 es editor del sello Poemania Colectivo Editor Latinoamericano. Su obra, tanto poética como narrativa, ha sido publicada en revistas del país y el extranjero, y sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, alemán, serbio, croata, ruso, guaraní, italiano, catalán y portugués. Entre los libros publicados podemos destacar: Gato de piel lunar (Yaguarón ediciones, 1996), “Texturas posibles” (Botella al mar, 2010), “Al temblor de la hoguera” (Yaguarón ediciones, 2011) y “Pasaporte para náufragos” (editorial Velarde, México, 2015.
LA PIEDAD FRENTE AL ESPEJO
Pobrecito el hombre, tan pequeñito,
tan poca cosa, un granito de arena,
una ameba sin tiempo, un abrir y
cerrar de párpados, el canto aluvional
de la cigarra.
Pobrecita la poesía, tan pequeñita,
tan poca cosa, una letra en el
océano del idioma, una gota de lluvia,
la mudanza de la piel sobre la piel,
aleteo de colibrí.
Pobrecitos el hombre y la poesía,
tan pequeñitos, tan poca cosa,
el mismo destino, una sola voz,
la desolación del ser, el canto
que busca el canto,
los oídos sordos.
HALLADO DENTRO DE UNA CARAMAÑOLA HECHA DE CUERO DE ALPACA
Le saco punta a la noche
y dibujo con sus uñas
el puma sediento
del poema.
No me salven los hombres
que su maldición es pájaro,
es tinta, es adobe,
la cruz donde la lengua
resucitará mañana…
LA INDEPENDENCIA Y SU JINETE
En la llanura cubana de Dos Ríos
las gotas de lluvia
parecen dibujar el sudor del verde.
Un caballo recorre su espesura
sin percibir que las balas entran en un cuerpo
para restarle vida a la vida.
Soy el amor, soy el verso
dirá su jinete.
El animal vuelve al campamento
pero el jinete, que es poeta, queda
en la tierra que lo vio nacer
como esa rosa cultivada en las antípodas…
La poesía es la lengua
de lo subjetivo permanente, dirá Martí
y cada vez que lo dice,
las balas florecen en su pecho
como florece la libertad
en el corazón de los hombres.
REGRESO A ÍTACA
En realidad, la poesía
es el albaceas de un dios escrupuloso.
Da a cada quien su porción de cielo,
su cuota de piedras y racimos,
las zonas oscuras donde mitigar
los incendios.
Odiseo apresado en sus oídos,
el poeta, junta palabritas en el mar,
náufrago de sí mismo
a merced de las sirenas.