La habitación de Saudek se ha convertido en la mía propia. Me entrometí en ella en el 2010, en una noche de invierno, sin más aliciente que el de husmear algunas fotos y dejarme llevar. Pensé que iba a ser un entretenimiento de insomnio, una prueba contra mi propia compulsión. Los que escribimos sin razones prácticas podemos acostarnos con el vértigo, sin miedo a las excusas de la madrugada posterior. No había forma de abandonarlo, pues las imágenes se sucedían ante mis ojos de tal forma que eran el bautismo y entierro diario que el sueño engaña para volver a resucitar. No me detuve hasta dar una respuesta escrita a cada perversión del checo al que envidaba en lo más profundo de mi corazón. ¡Maldito loco!, hizo un tratado de la inhumanidad en el que encontraba el sentido a cada palabra que define la constante contradicción. Escribí poseído, me sentí desgarrado y sonreí convencido de que había domado a la obra que me apartó de mí durante sesenta madrugadas consecutivas. Pero no fue así.
Cinco años después volví a la humedad de aquel sótano. Lo había premeditado pero no creí que tuviera el valor de demostrarlo. El pulso me lo pidió, durante un tiempo lo entrené o tal vez él a mí. Otra vez fuera del mundo, sentenciado a pensar en el largo secuestro para el que no deseo rescate alguno. Las palabras son duras, están proscritas, los lectores claman el perdón de su vista sobre cualquier línea que no les hable de su propio egocentrismo. Ahora me defiendo con el trazo y el color, otra vez frente a sus fotos, pero esta vez con una estrategia distinta. Más maduro pero mucho más perdido, he aceptado reconstruir su guarida con mis propias uñas y en este proceso me encuentro. El arte no tiene sentido si hay que encontrárselo, es estúpido si se piensa. Tantas tesis y toda la verborrea sobran cuando el rastreador enloquece en su propia renuncia a la coherencia de los otros y se ahoga en su lúcida claudicación. Por instantes, la más feliz.
Fate Descends towards the River Leading Two Innocent Children, 1970
Al final de la curva
Está la siguiente
No me soltéis de la mano
Os he sacado
De vuestros sueños
Os conté este cuento
Cada noche
Durante las últimas pesadillas
De las que os quise salvar
Hay un lugar escondido
Donde los ángeles
Son bienvenidos
No os harán preguntas
Ni os permitirán llorar
La pureza
Os lleva de la mano
Es todo
Lo que vais a olvidar
Como yo lo hice
El terror es un juego
Que aprenderéis
A armar
Torso No. 2, Regina, 1976
No es la seda la que moja mi piel
Son mis poros los que exudan la humedad
Los giros alrededor del deseo
El capullo del que nazco
Para convertirme en mujer
Con las alas en el pecho
El ave acuática
A la que se le caen escamas
Y le nacen plumas
Parezco un torso
En un museo de la antigüedad
Y acabo de nacer
De una gota desbordada
Spirit Leaving the Body, 1977
Debes creer que la muerte es esto
Un cuerpo abandonado
Liberado para siempre
De la corrupción
Y lo falso
Tienes que tener fe
En el espíritu liberado
Y aspirar a otras vidas
Más tentadoras
Que la que fundiste
Pero recuerda
Que es posible
Que la religión
Sea un camelo
Para que disfrutemos
De la última ilusión
Y hacernos
Unos infelices felices
Mejor no lo pienses
Condénate
Adora ese cadáver
Aún caliente
Bajo la sábana
Es lo que conoces
No tienes redención
White Woman, 1982
Que los rayos del sol no te acaricien
Y la asepsia sea en tu piel
El mármol en tu vientre
Es mi fuente de inspiración
Deseo tallarlo
Desde los muslos
A tus pechos
Crear a la afrodita
Perdurable
Encerrada en mi sótano
Apartada en la oscuridad
Con un jardín a sus pies
Y un hombre que le recita
Las palabras de amor
Más falsas
Que se hayan escrito jamás
Como por ejemplo
Por ti
La luz dejó ya de husmear
En el cementerio de tu sexo
En el que me voy a enterrar
The Matrimony, 1985
Arrodíllate ante mí
A partir de ahora tu vida
Va a ser un infierno
Y no voy a darte clemencia
Este cuerpo va a sepultarte
Y no lo vas probar
Eres mi esposo
Lo juro ante la iglesia
Que solo te amaré
Cuando la muerte
Nos separé
Rain and Fire, 1987
No hay diluvio que apague el incendio voraz
Hay una comunión
De calor y oxígeno
Cuerpos expectantes
Sexo flácido
Y cicatriz de parto
Mano de lluvia
Crepita por la espalda
No esperan la extinción
Y se inundan
Como dictan las leyes
De la desnaturaleza