“Salvo el futuro, la poesía no cuenta con ningún aliado,
precisamente hoy, cuando estamos, sobre todo, privados de futuro”
Izet Sarajlic (Después de mil balas)
Equinoccio de Primavera
El jardín permanece inmutable como la fachada del Schloss Kammer am Attersee en un cuadro de Gustav Klimt. Hasta las nubes se mantienen inmóviles, pegadas contra la inmensa techumbre del cielo. Ni una pequeña brizna de brisa mueve las hojas de los pocos árboles que se han adelantado a la primavera, ni un solo pájaro planea por el aire. Una bombona de butano junto a la puerta del jardín y un rastrillo abandonado sobre el costado de la pequeña pérgola de la entrada, por la que trepan las ramas de un rosal que aún no ha despertado del sueño del invierno, dejan adivinar alguna presencia humana. No hace frío, a pesar de que estamos en Semana Santa. Barrabás acaba de abandonar la mazmorra y reinicia el regreso a casa. En algún lugar de la tierra, los Poncio Pilatos de siempre vuelven a lavarse las manos y un soldado de una cohorte pretoriana clava su lanza en el costado de un inocente que agoniza crucificado en una cruz.
Todos los cuentos
En aquel bello rostro permanecían guardados todos los cuentos de las mil y una noches… La lámpara de Aladino, el genio de los tres deseos, Ali Baba y los cuarenta ladrones, la doncella desnuda envuelta en la alfombra voladora y, también, la cimitarra del verdugo que guarda tu cabeza en el cesto, para confortar al sultán de Bagdad.
Tesis de Abril
Las Tesis de Abril se cumplieron y tus sueños de octubre, Volodia, terminaron en una inmensa tragedia. El asalto al cielo con escaleras concluyó en un profundo y oscuro agujero. Arrastrados al paredón los miembros de la vieja guardia, la toma del Palacio de Invierno no condujo a una revolución permanente como profetizara Trostky sino a un eterno infierno. Las últimas esperanzas se agotaron cuando hasta los poetas fueron declarados enemigos. Las lecturas de Mandelstain de la Divina Comedia de Dante terminaron fatalmente siendo más que una metáfora. Hoy conmemoramos el centenario de esas tesis con trazos de bayoneta calada que, provenientes de la apacible Helvecia, recalaron en la Estación de Finlandia un tres de abril. Cien años después, el azar ha querido que este mes de abril también contenga la celebración de una semana santa. Un mes de abril como aquel otro en el que otro Volodia con vozarrón de trueno se disparó al corazón y el decimotercer apóstol descendió a la tumba, acompañado por una serenata nocturna con forma de nube en pantalones.
In memoriam
En el aire se libra un combate secreto. Los vencejos persiguen a los mosquitos, las nubes huyen de la contienda hostigadas por el viento. Abril está dominado por un hermoso sol de mediodía y, aunque es viernes santo, los periódicos ya no contienen comunicados del IRA entre sus páginas. El Ejército Republicano Irlandés entregó las armas hace ya más de una década. Las pistolas descansan en las armerías y los muertos en sus frías tumbas. El nombre de Boby Sands me recuerda el rostro de un joven al que dejaron morir en una huelga de hambre emprendida para defender cinco modestas demandas. En la actual Belfast, la esperanza adopta las mismas formas que en cualquier parte del mundo. Una joven, a la que le cae una larga melena sobre los hombros, se besa con un pecoso pelirrojo, mientras aguardan un tren con destino Dublín. Los mismos nombres, los mismos lugares, los mismos trenes y distintos pasajeros. Hay palabras que guardan en libros la memoria. Hay bibliotecas plagadas de libros que nadie lee.
ISSN: 1578-8644
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