nº 184: mayo-junio 2018

Tres poemas de DE CUNA Y SEPULTURA

Javier Sánchez Menéndez

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BIOGRAFÍA:

Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) es autor de los poemarios Motivos (1983), El violín mojado (1991 y 2013), Introducción y detalles (1991), Última cordura (1993), La muerte oculta (1996 y 2014), Una aproximación al desconcierto (2011) y El baile del diablo (2017). De su poesía se han publicado dos antologías en España y una en Colombia.

Como ensayista destaca su proyecto Fábula, un conjunto de diez libros sobre la vida en la poesía, de los que ya han sido publicados La vida alrededor (2010), Teoría de las inclinaciones (2012), Libre de la tormenta (2013), Mediodía en Kensington Park (2015), Confuso laberinto (2016) y De cuna y sepultura (2018); además de El libro de los indolentes (2016).

Es autor de dos libros de aforismos: Artilugios (2017) y La alegría de lo imperfecto (2017).

FICHA TÉCNICA:

Título: DE CUNA Y SEPULTURA
Autor: Javier Sánchez Menéndez
Editorial: EL GALLO DE ORO
Colección: POESIA
Materias: POESIA;
ISBN: 978-84-16575-31-2
EAN: 9788416575312

SULTÁN

Hay tres tipos de lecturas: de culto, de apreciación y de recorrido. El culto es tributo y admiración. La apreciación es el afecto sin medida. El recorrido es la distancia que existe entre lo malo y lo bueno, entre la ruta y el mapa.
Mi perro murió hace muchos años. Se llamaba Sultán. Era medio blanco y medio negro. Blanco parece negro o negro parece blanco. Su recorrido diario poseía la apreciación al culto.
En casa dispongo de tres habitaciones para guardar los libros. La amarilla contiene las obras de Parra, de Rosales, Eliot, Pound, Rilke, Claudio… La azul está repleta de mediocridad y otros remedios naturales. Llena pero vacía (como el color del perro). La roja tiene huecos, vanos, calamidades. Los discos de cada estancia dan vueltas y vueltas, las revoluciones las marcan los versos.
Sultán, a veces, se aparece. Un ladrido feroz y una mirada. Son los ojos del perro, el culto y la apreciación al recorrido.

LA OPORTUNIDAD

Todos los versos que un poeta escribe en su vida se limitan a dos. Uno de agradecimiento, otro de cortesía.
De los dos versos que escribes mana toda tu producción. Fluida, generosa, escasa o tal vez incompleta. Pero en ellos se establece la esencia, la disconformidad con el mundo y su entorno.

ESCRIBIR MATA

Vuelvo a poner derechos los cuadros de la pared. Todos están torcidos. Salgo al campo y busco los animales, las plantas, los árboles, las nubes. Todos se han escondido. Tienen miedo. Se ahogó la comadreja en el agua. Las encinas dejaron sus bellotas en el suelo. Las flores se han marchitado. Los pájaros cantan brevemente. El invierno es la infelicidad.
Un golpe de tos, un grito, el más mínimo ruido. La lingüística, la semántica y la morfología. Todo sobra. La soledad es silencio, es oscuridad, es mediodía.
Las autoridades poéticas advierten que escribir mata.

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© 2018 Luke

ISSN: 1578-8644

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