Isabel Pérez Montalbán (Córdoba, 1964).
Ha publicado los poemarios No es precisa la muerte, Puente levadizo, Fuegos japoneses en la bahía, Cartas de amor de un comunista, Los muertos nómadas, El frío proletario, La autonomía térmica de los pingüinos, Siberia propia, Animal ma non troppo y Un cadáver lleno de mundo. También está seleccionada en diversas antologías y libros colectivos españoles y extranjeros. Parte de su poesía ha sido traducida al francés, inglés, esperanto, árabe y magiar. Ha recibido diferentes premios literarios como el Premio Ciudad de Córdoba Ricardo Molina, Premio Leonor de Poesía o el Premio Internacional de Poesía Barcarola.
Informe Semanal (sextina)
Hay semanas vencidas por el cáncer,
reportajes de vida sin umbral,
tronera a la violencia de la herrumbre
asiática, africana: mundo en sucio
que si siquiera sabe que es dinero
limpio de informativos sin bandera.
Noticias de la bronca y la bandera
van enfermando los ojos de cáncer
terrorista y de crimen por dinero
hasta el llanto más caro, hasta el umbral
de la sangre que corre por el sucio
torrente de los días como herrumbre
apenas soportable. Tanta herrumbre,
sobredosis de muerte cual bandera
que ondea por las ondas, velo sucio
tirado al vertedero donde el cáncer
se desnuda debajo del umbral
que conduce a la ciencia del dinero.
Imágenes que compran más dinero,
anuncio-anzuelos y un montón de herrumbre.
Pero no un pase de futuro umbral
que detone en revuelta, esa bandera
que a todos represente, incluso al cáncer,
a la guerra y la paz del niño sucio
con su liendre mascota, ombligo sucio
que ilumine pantallas, mal dinero
que cualquier mando encienda apague el cáncer
como un fundido en blanco, blanca herrumbre
o documento retal de bandera
ya inservible para otro fin: umbral
que descierre confines, limpio umbral
hacia el cuerpo y caricia que en el sucio
cielo extienda su azul como bandera
contra reyes y dioses del dinero,
contra la Bolsa ciega de la herrumbre
financiera y valores casi cáncer.
Porque hay cáncer y días, más umbral
en la herrumbre del plato más que sucio,
más dinero variable y más bandera.
Perros en las cárceles de Irak
Como actores del Método en el Actor’s Estudio
que interpretan sin tacha su papel principal;
dóciles a la luz, al decorado,
al director del vídeo, al doblaje.
Parece una función, una mentira
que ladra pero es broma o fiel ensayo
de tesis y vanguardia sobre cuerpos desnudos.
Pero no. Los colmillos relucen verdaderos.
Las órdenes de acción las gritan otros
-el imperio del dólar derrocha en uniformes-,
pero el animal cumple su trabajo.
Entrenado en la sangre y en el odio,
finge el rol de verdugo y da miedo de veras.
Tal vez soñaron recoger un Oscar
y se han quedado en esto: secundarios
de tercera y películas de doble estercolero.
Iguales que los perros de los nazis.
Como fieras muy tristes que se saben marcadas.
Save Our Souls (SOS)
Qué pequeña la lucha cotidiana
y el ahorro con su minusvalía,
los horarios vendados, terminal
lazareto de enfermos financieros
con solario de hotel de cinco estrellas.
Tan gigante vivir cual trotacalles
rescatando el abrazo, la ternura
desprendida, rocalla de las cumbres;
extrayendo la fuerza supermán
de la limosna y la caza del búfalo.
Qué tristeza pequeña comulgar
adoquines, cadenas de montaje,
vagonetas con huesos descartados
para amasar jabones de Marsella
o exponer en museos de arte contemporáneo.
SOS de invierno como un pez
superviviente en la escasez de un charco,
socorro insuficiente para medias de lycra,
gran pañal absorbente para la incontinencia,
medicamento estrella para todas las plagas,
las renuncias, el mármol travertino,
que salve tanta lágrima, tanto amor y más hambre.
Dramático SOS que se lanza al vacío
y regresa de allí con las manos desnudas.
Arquitectura civil
Un mundo
como una piel
que al tacto
no produzca escalofrío.
Antonio Orihuela. Lo que piensa la ballena del arponero
Quiero contar la construcción del mundo,
no edificarlo en soledad, pastiche,
ni garabateando planos, rutas,
sólo abrir las murallas que se alzan mascarones
en los umbrales de todos los ojos
y decir mundo desde los cimientos
mientras cruzo los puentes sin más patria
que un andamio de acceso al aguanieve
y a los nidos más altos del ramaje.
Quiero arropar la destrucción del mundo
desde fríos cuarteles del invierno,
yo polizón de atmósfera sobre torres vigías
cristalizado en vuelo cual pájaro Lalique
presto a tumbar castillos, derrumbarlos
con el soplo o el delta de las alas,
para caer rendido en los parterres
del suburbio, pionero, sin aliento y feliz,
como un dios que descansa el día siete.
Quiero abrir las compuertas de los mares,
de los embalses tóxicos, los ríos,
que el agua cruda inunde los sembrados
de granadas y minas antihombres,
contravida, antipiel, contraesperanza.
Agua para los fuegos, extintor
de traviesas durmientes que sostienen
los raíles podridos del planeta.
Decir mundo de enchufes y acero inoxidable
y mundo ayuntamiento de las bestias,
auditorio de esclavos excedentes,
cementerio art nouveau con su alambre de espino
y sus fosas en curva para muertos maltrechos
de montura asimétrica, inmunes
al carbono catorce, la columna clavada
a la escuadra diseño de una silla Mackintosh.
Decir mundo y desarme, imperialismo,
depósito de fangos, becario en vacaciones,
alimenta a tu pueblo. Y punto de partida.
Amotínense el cielo artificial,
la encarnadura pómez del marketing
y los nichos con losa de alma hueca.
Constrúyase la tierra como un asunto propio.
Tela asfáltica
Tanto rodaje en el aliento,
tanto tráfico por la espalda
y cuánto alquitrán más caliente
que el infierno de los cobardes.
Mira cómo sobre el asfalto
de pronto atardece el gentío
sobrellevando su lingote
de deudas igual que una bolsa
de boutique colmada de plumas
y almohada de un pecho tísico,
bebiéndose de un sorbo solo
el portal de la risa, amando
la vida igual que un aparejo
de vendaje y llaga continua.