ISABEL BONO
Isabel Bono (Málaga, 1964). Escribir es estar en otro lugar, por eso nos salva. Escribo porquesí y sin pensar en nadie. No es que me guste escribir, lo que me gusta es estar escribiendo. La vida sucede en gerundio.
He publicado Señales de vida (El gato gris, 1999), Los días felices (CELYA, 2003), Entre caimanes (4 de agosto, 2006), Días impares (Polibea, 2008), Poemas reunidos Geyper (Eppur, 2009), Ahora (PUZ, 2010), Maomegean (4 de agosto, 2010), Algo de invierno (Luces de Gálibo, 2011), Pan comido (Bartelby, 2011), Brazos piernas cielo (Baile del sol, 2012), Hojas secas mojadas (Isla de Siltolá, 2013), Sukút (Ediciones Imperdonables, 2014), Cahier (Baile del sol, 2014) y Hielo seco (Isla de Siltolá, 2015).
Ella dijo Me voy con Xulia hasta el domingo, quizá hasta el lunes, y sentí un escalofrío. Para cuando leí el mensaje ya habrían llegado al pueblo. Me gustó el nombre, Xulia, con equis, sonaba más lento. Imaginé a Xulia retirándose el pelo de la cara a cámara lenta antes de abrir una botella de vino. Las copas están servidas, las ha dejado sobre la mesa y habla de cualquier cosa sin inquietarse. Después toma la copa, pero no bebe, la sostiene mientras habla, a veces mueve la mano y parece que el vino vaya a derramarse, pero no se derrama. Xulia tiene estudiados todos sus movimientos.
No conozco a Xulia, ni siquiera la he visto en fotos, pero la imagino con el pelo largo y oscuro, ondulado, pasado de moda. Seguro que le gustan los jerseys amplios con escote de barca para que caigan hacia un lado y dejar, así, un hombro al descubierto. Ríe con ganas, su boca es grande y por eso no se pinta los labios. No quiero parecer un payaso, respondería Xulia si alguien le preguntara por qué no se maquilla. Es guapa Xulia. Y lo sabe, aunque haga cucamonas cuando alguien se lo dice.
Su meñique larguísimo se le escapa cuando levanta la copa para dar explicaciones, su meñique crece cuando miente, pero nunca se le estira a la hora de beber. Su meñique es un anzuelo, pensaría yo si estuviera ahora en esa cocina mirándola hablar.
Ella dijo Me voy con Xulia hasta el domingo, y pensé en el trayecto, en la conversación del trayecto, en que yo sería incapaz de recorrer treinta kilómetros con alguien que apenas conozco, y mucho menos convivir todo un fin de semana. Por eso vi una copa en su mano, porque el vino es el catalizador de lo imposible.