LUKE nº 173 septiembre 2016

Les veo pasar al otro lado del escaparate y golpeo con los nudillos escondiéndome entre los libros donde se funde mi soledad, puedo oler su caminar sosteniendo sobre sus hombros todo el peso del día, con sus cosas buenas y también con las otras, esas que los aplasta contra el cenicero de la vida que ellos día a día construyen, "ladrillo a ladrillo” como dirían los Pink Floid; es el momento que más me gusta aunque ellos me gusten menos con su caminar apagado, los redimiría de esa lenta agonía por su bien pero tampoco estarían contentos, el más allá les aterra y el más acá les asola.

Cuando llega la noche pasan al otro lado del escaparate buscando emociones y estas se desatan cuando los visillos se abren sumidos en un sueño apacible, caminan sobre tacones de aguja y el reflejo de la plata quemada en el iris, los brazos se retuercen como si la noche jamás fuese otra cosa que el eco de un pasado o la promesa de un amanecer, justo cuando el silencio se hace más profundo amanece, ese amanecer inútil para algunos.