La pesada carga de la ballena

El amor nos destrozará. Lo sé, lo sabes. Y seguimos. Porque me siento vacío sin ti o porque me siento vacío sin mas. Y tu amor me llena. Y a ti te pasa lo mismo. Nos necesitamos. Y no se puede vivir necesitando a alguien. Es miedo, es soledad en medio del océano abisal en que vivimos. Estamos tan separados y tan juntos; los dos, condicionados por la vida que nos ha tocado, las elecciones que hemos hecho, error tras error, y que te llevan al punto donde estás, a ser tú mismo después de tanto. Somos como el lomo de una ballena cubierto de excrecencias calcáreas pegadas a tu cuerpo, fuera de él pero formando parte de él. Y estamos heridos, de amor, de cansancio, de una muerte que ya puedes ver. Nos encontramos cuando ya no nos buscábamos, cuando ya nos dejábamos llevar por la corriente. Y ¿qué hago yo? Me rindo ante la realidad, soy un cobarde. No puedo ser yo o no quiero. Es mas fácil proyectarse sobre ti, vivir bajo tu sombra, y que los dos nos amemos en un juego imposible que ninguno vencerá. Y esto nos mantiene con vida, si por vida se entiende eso de no perder la esperanza. Se paga caro mantener la esperanza: porque no vives la vida que te rodea de cerca y pasas el día pensando en lo que podría ser. No se puede renunciar a la posibilidad de que alguien calme las tormentas y te ofrezca un refugio seguro. Sigue conmigo, amor. Aunque nos quedemos solos, aunque muramos varados en la playa. Los dos juntos.