“Esparcidas ante nosotros, las piedras
no abren ninguna salida”
Hélène Dorion (Sin borde sin final del mundo)
La taza de leche
El hermano Gerart murió en tarde de lluvia, el perro Gartxot ladró maitines en el desconsuelo. Su ama Zuriñe tiene por qué maldecir la pérdida de todos sus dones. Vio al diablo y no le pidió la hermosura. Tenía sed y prefirió un trago de leche de cabra, jugos de las ubres de una esposa de Belcebú para prender fertilidad a un vientre seco. Su llanto son rezos por el ausente. Por Navidad vendrán nuevos novicios, pero nadie, querida hermana, tocará con igual sentimiento el redoble de aquella campana de bronce. Nadie untará con tanta delicadeza la hogaza de pan en los tazones de leche.
Secreto de confesión
De amores pecaminosos nacieron hijos peludos. Martín Phocas está en el secreto. Él espiaba desde la ventana que da a la sacristía. Se oían ruidos de faldas rondando el confesionario. Venían a purgar sus faltas, a que les reconfortaran las bendiciones. Hubo veces, en que aquel Cristo se desclavó de su cruz y fue en exceso generoso. ¡Palabra de dios! Que se esparce por el mundo y otorga consuelo a las almas peregrinas que camino de Lourdes trasnochan en el pórtico de la iglesia de Tardets. Después de todo hay menos hombres con sangre azul que con pelos en el pecho. ¡Alabada sea tu obra, Señor, y la gracia de tus equivocaciones!
El azur
Mallarmé estaba obsesionado con el azur.
El cuervo posado sobre el alambre busca lombrices por el suelo, pero tiene alas más feas que las del albatros, aunque menos crueles. En el camino de piedras hieden los despojos de la ninfa, y el caracol se come en espiral las edades en las que el lenguaje representa adustos significados:
Hay ángeles caídos que se le fugaron a Rilke entre los dedos. Letanías que el traicionado Baudelaire implora a su Satán y Poe esparce en pequeñas joyas que, a modo de lágrimas, destila de su botella.
Es absurdo un universo infinito en el que el poeta gasta "alas de gigante que le impiden caminar".
Abundancia de futuros
En una casa con niños abundan los futuros. La caída del grano de arena en el reloj no se detiene. Cada verdor habita en un bosque y anuncia las dunas de un desierto. También hay cráteres en la luna abiertos por el impacto de un meteoro. También existen agujeros negros siderales y una lucha eterna, entre un ente llamado Dios y una Nada con mayúsculas, por dilucidar quién es el origen y principio de Todo.
Rumbo a Poniente
Se quebró la urna del reloj de arena y sus granos expandieron el desierto por aquella habitación en la que los viejos amantes se juraron amor eterno. Hoy, la pareja que duerme en la misma cama es un espejismo que ha surgido en medio de las dunas. Cuando se apague la luz, debajo de las mantas, sobresaldrán las dos jorobas del camello acostumbrado a seguir los pasos que marcan el rumbo de la caravana.
ISSN: 1578-8644
LUKE social