LUKE nº 168 Enero 2016

Mis ojos suben despacio por tu escote hacia el interminable cuello como si del caminar de un noctámbulo por la arena de una playa desierta se tratase. Continúo desde el mentón hacia los labios despintados de carmín y disfruto de su asimetría, primero el de arriba y luego el de abajo comienzan a abrirse y las bocas se acercan despacio...

Dormía pero parecía tal real que me desperté dentro del coche con los ojos llorosos, observando a la gente apurada por llegar puntual al trabajo, pienso de nuevo en tus labios y en esta ocasión espero mantener la compostura. Ahora me concentro en la posición que adoptan tus piernas cuando nuestros labios se acercan y el calor sube hasta la nuca... y en ese inminente contacto sientes como si una piedra rodase al fondo de un barranco interminable, pienso en el sabor tal vez a fresas silvestres, dulces y ácidas; si pudiera congelar la relación la congelaría aquí, en el máximo esplendor, justo antes de que se junten los labios, sin lengua, sin papeles, una relación libre, con su débil voz pero con tanta fuerza, con tanta luz…