Hay mujeres
que un día salen del mar
pero siempre escuchan
sus olas que les laten
en el pecho como
enormes y blancas
caracolas de vida
Grito árbol y me nacen y crecen ramas
y hojas en las que escribo para estas dos
vidas de pájaro que tengo, una, la que ya
conozco y otra la que todavía ando buscando
y descubriendo mientras contemplo el mar