BIOGRAFÍA
Juan Luis Calbarro nace en Zamora en 1966. Licenciado en Filología por la Universidad de Salamanca, es escritor, editor, traductor y profesor de Secundaria. Reside entre Palma de Mallorca y Madrid.
OBRA (SELECCIÓN)
Poesía:
Elegía sajona (Zamora, 1998)
Circunstancias de la metamorfosis (Jerez de la Frontera, 1998)
Sazón de los barrancos (Cáceres, 2006)
Museos naturales (Palma, 2013)
Caducidad del signo. Poesía reunida 1994-2016 (Mérida, 2016)
Ensayo:
Memorias de Chanita Suárez. Materiales para la etnografía y la historia de Fuerteventura en el siglo XX (Puerto del Rosario, 2004)
La mano y la mirada. 2005: el año artístico en Palma (Palma, 2006)
No había más que empezar. Selección de artículos de asunto político 2006-2010 (Madrid, 2010)
Apuntes sobre la ideología en la obra de César Vallejo (North Charleston, 2013)
Diez artistas mallorquines (Brighton, 2013)
Tres escritores canarios (Las Palmas de Gran Canaria, 2018)
Concertar el desconcierto (Alpedrete, 2019, en prensa)
WEB
(la paloma)
En el cuello gentil de la paloma
(ave hermosa y emblema de ternura)
hay un minúsculo arco de San Juan
cuando el sol sube a lo alto de los cielos
y a pinceles de luz juegan sus rayos.
Ayer desde el balcón miré a una de ellas
mientras, por unas migas que sobraron
del pan de mi comida, a picotazos
la sacaba los ojos a su hermana.
(la filomena)
Modulaba tan bien sus cancioncillas
que en cortejo volaban junto a ella
todas las filomenas. Fue acusada
de someter las bestias con su canto
a poderes oscuros y diabólicos.
Condenada por bruja, la indultaron
a condición de nunca más cantar.
La bandada completa enmudeció
de tristeza, y así se hizo justicia.
(la víbora)
Se acerca lujuriosa a su consorte
y pronto lo seduce con su baile.
Entrelazan los cuerpos; danza de ondas,
se acarician los vientres mientras silban.
Embriagada de besos, la serpiente
varón ha aventurado la cabeza
en la lasciva boca de su amante.
Siente cómo sus fauces la sofocan.
La sacude el placer en estertores.
(el lobo y el carnero)
A pesar de las horas de arduo ensayo,
nunca pudimos concertar la música.
Las notas de vihuelas y violines
discordaban en nuestras manos hábiles.
No creímos al violero que explicaba
que las cuerdas de nuestros instrumentos
habían sido hiladas de intestinos
de animales distintos. No era lógico.
ISSN: 1578-8644
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