Este libro también ha sido concebido como una especie de Salón de los Rechazados al proponer experiencias estéticas que hoy en día han quedado al margen de los estudios universitarios
En 1863 un grupo de pintores, entre los que se encontraban Courbet y Manet presentaron sus obras para la exposición que ese año se estaba organizando en París, al amparo de la Academia de Bellas Artes. Considerados como cuadros inacabados, de temas intrascendentes y que plasmaban momentos efímeros, la obra de los que posteriormente serían conocidos como pintores Impresionistas, fue un escándalo y no se pudo contemplar en esta exposición. Sin embargo, el volumen de obras rechazadas fue tal que posteriormente se organizó el Salón de los Rechazados donde el público, ya sí, pudo ver sus trabajos.
Este libro también ha sido concebido como una especie de Salón de los Rechazados al proponer experiencias estéticas que hoy en día han quedado al margen de los estudios universitarios. Son prácticas que han sido excluidas de la formación que se ofrece en la universidad y que, en mi opinión, deberían for- mar parte de ella. Si en el París de mediados del siglo XIX esos cuadros no podían considerarse arte por- que se saltaban los cánones establecidos en la época, actualmente las preguntas sobre el arte, las propuestas artísticas y la búsqueda de nuevas formas de expresión también han quedado al margen de la universidad, porque la institución tiene otro canon. Sus objetivos son mucho más pragmáticos y ligados a sus, cada vez más amplias, relaciones con las grandes corporaciones y entidades financieras. Este libro trata de recuperar lo que la universidad ha rechazado tras años de abrazar un pensamiento especializado, productivista y abiertamente neoliberal. Se trata de promocionar un pensamiento y una práctica improductiva. Pero, ¿por qué en la universidad?
Como todo libro, este nace de un lugar muy específico y en este caso se trata de mis intereses como profesora universitaria y mi relación con jóvenes que se preparan para ejercer como docentes (en diferentes niveles educativos) y con profesionales ya en ejercicio. Ellos son los primeros destinatarios de este libro. Les quiero sugerir experiencias que pueden vivir ahora que su tarea es el estudio y la enseñanza y que, estoy convencida, les ayudarán a encarar la vida de forma más atrevida, inteligente, arriesgada, libre, divertida... y política. Al mismo tiempo, también creo que el libro tiene interés para cualquier persona que trabaje en la universidad. Incluso para quienes no mantienen ninguna vinculación directa con ella en estos momentos, pero piensan que el papel de esta institución pública debe ser el de estimular la investigación y el pensamiento divergente para mejorar la sociedad poniendo en el centro a las personas, y no a las mercancías. 
Se proponen algunas ideas y ejemplos para que el lector configure un itinerario en su paso por las aulas más allá de la asistencia a las clases y de los diferentes canales formales de participación que la institución ofrece. Estas experiencias pueden tener lugar dentro o fuera de la universidad/escuela y pueden ser promovidas por la institución o por ellos mismos también dentro o fuera de ella. Todas tienen en común la inmersión en una experiencia estética que permite pensarse a sí mismo, reflexionar sobre los mundos que vivimos y considerar el tipo de ciudadano que queremos ser. Y quien sabe si algún futuro profesor pueda llegar a pensar, tal y como decía Joseph Beuys, que «ser docente es su más importante obra de arte». Como me dedico a la enseñanza, la disfruto, creo en ella y la considero una estrategia política y cultural, no puedo dejar al margen la didáctica, así que me he propuesto que todos los capítulos o experiencias (museo, teatro, cine y ciudad) tengan una estructura similar. Hay un primer acercamiento al asunto más histórico y/o conceptual para terminar presentando algunas experiencias aplicadas a la educación que pretenden generar nuevas ideas.
Este libro es una invitación a pensar y a actuar, pues siendo dos cosas diferentes, pueden llegar a encontrarse, como decía Hannah Arendt. Pensar nos impide ser crédulos y obedientes. Impide dejarse convencer de inmediato por lo que otros dicen, por modas, discursos oficiales o políticamente correctos. Nos ayu- da a alejarnos de las creencias comunes. Actuar es lo que hacemos en el espacio público, en el ámbito de la política. Un lugar que nace de la invención humana, que es extremadamente frágil y efímero. Puede que pensar y actuar sean peligrosos, pero siempre es mu- cho más no hacerlo
La propuesta comienza en el museo y termina en la ciudad, pasando por el teatro y el cine. ¿Se te ocurre una forma mejor de pasar el día?
Adelina Calvo Salvador nació en Teruel en el seno de una familia minera. Ha vivido en diferentes comunidades autónomas del territorio español y realizó sus estudios de doctorado en Oviedo. Actualmente trabaja como docente en la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria donde tiene una reconocida trayectoria investigadora y en el ámbito de la gestión. El salón de los rechazados es el segundo de sus libros publicado fuera de su ámbito de especialización. El primero de ellos, de autoría colectiva, lleva por título Con lugar a dudas. Hilos y raíces del pensamiento crítico, publicado por la editorial Límite de Santander.
Arte y pensamiento crítico se dan la mano en este ensayo que ofrece claves para repensar el teatro, el cine, los museos y la propia ciudad.
Sinopsis:
El Salón de los Rechazados es un cóctel de experiencias, conceptos, sugerencias y muchas preguntas que, convenientemente mezclado y servido, permite disfrutar del arte e incorporarlo a nuestra vida cotidiana. Su lectura invita a experimentar y compartir experiencias estéticas en el museo, el teatro, el cine y la ciudad. Cuatro intensas propuestas para multiplicar nuestra existencia.