Texto: María José Xerica
"La culpa me acompaña adondequiera que vaya. Es un sentimiento destructivo que está acabando conmigo. Siento su peso constante que me obliga a replegarme y a encogerme hasta hacerme desaparecer. Porque esta culpa no es una culpa corriente, es de esas culpas que te hacen percibir la mirada de todos, escuchar sus pensamientos, y no ser capaz de huir o de ignorarlos.
Cómo puede un sentimiento ser tan poderoso, superar a cualquier otro y desquiciarte. Dichosa culpa dolorosa e insistente, imposible hacerla desaparecer, imposible eliminarla de mi ser. Porque soy culpable, culpable de no ser quien soy, culpable de no ser quien debería ser. No pretendo tu perdón, ni pretendo ignorar el dolor que he podido provocar a sabiendas de esta culpa. Tampoco he querido engañarte, pero la culpa me impide afrontar la realidad y sólo me permite seguir siendo lo que era, un impostor.
Te imploro, culpa, seguir siendo tu vasallo. Me humillo y me arrodillo ante ti, soberano del pecado y del remordimiento. Siempre me tendrás suplicante a tus pies, maldita culpa. "
Cada semana yo propongo una fotografía y un escritor colaborador pone las palabras...
Paula Arbide
