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Cuando hablamos de la música en Praga inmediatamente se señala a compositores que han trascendido como representantes de una ciudad, de un país: Smetana y Dvorák. Todos hemos tenido la oportunidad de escuchar su música al ser programada frecuentemente, y por tanto son compositores que eclipsan a cualquier otro que haya podido desarrollar una trayectoria de interés. Quisiera valorar de alguna forma la incursión del compositor en nuevos caminos, la aportación de nuevas técnicas y procedimientos compositivos que hayan podido impulsar el trabajo de otros creadores. Mi intención en este artículo es reivindicar a dos compositores checos que considero relevantes y cuyas vidas guardan una estrecha relación con la ciudad de Praga: Leos Janácek y Alois Hába.
Leos Janácek (1854-1928) fue un compositor que analizó en profundidad las características propias de la música folklórica de su país buscando nuevos recursos compositivos y desarrollando de esta forma un estilo peculiar. Permaneció ajeno a los exotismos en los que incurren numerosos compositores que intentan explorar estos terrenos, quedando anclados en nacionalismos musicales propios del XIX. Con una producción eminentemente operística (de gran originalidad tanto en la música como en el libreto), la importancia de su obra se vio quizá minimizada ante la eclosión de numerosas corrientes estéticas posteriores. Praga siempre había sido un centro fundamental en la actividad operística europea gracias a una larga tradición. El estreno tardío su obra a partir de 1916 en el Teatro Nacional significó la consagración definitiva. Fue profesor en el Conservatorio de Praga y en la actualidad la Academia de Música y Arte Dramático de Brno lleva su nombre.
En un conocido ensayo titulado Entwurf einer neuen Aesthetik der Tonkunst (Propuestas para una nueva estética musical), publicado en Trieste en 1907, el compositor, teórico y pianista Ferruccio Busoni expuso toda una serie de ideas innovadoras para su tiempo. Una de ellas era enriquecer los recursos musicales con extensiones microtonales. El microtonalismo es una técnica compositiva, asumida por numerosos compositores en el siglo XX, que consiste en la obtención de nuevas alturas subdividiendo la escala cromática de 12 notas en más partes (de esta forma se consiguen más alturas que las que nos ofrecen por ejemplo las teclas blancas y negras de un piano, ampliándose por tanto las posibilidades compositivas en este sentido). Alois Hába (1893-1973) fue uno de los creadores de este nuevo sistema microtonal, introduciéndolo tanto de forma teórica como práctica (compuso obras basadas en este sistema e ideó nuevos instrumentos con estos sistemas de afinación). Músico y pensador comprometido, desde 1923 vivió en Praga y trabajó en el Conservatorio de Música y en la Academia de Artes y Música.
Tanto Janácek como Hába provienen de la región checa de Moravia. Ambos compositores realizaron un exhaustivo análisis del folklore de su tierra, extrayendo aquellas características estilísticas que pudieran establecer los cimientos de su música. Concretamente en Moravia el habla posee cualidades muy melódicas y expresivas; existe una alternancia peculiar de sílabas cortas y largas en las palabras, junto a melodiosos saltos en las frases. En la música de Janácek encontramos líneas melódicas basadas en estas melodías del lenguaje, representativas del checo oral. Por su parte Haba también fijó su atención en las canciones interpretadas en esta región, las cuales ya incluían microintervalos.
Microintervalos, afinaciones alternativas, nuevas sonoridades e instrumentos, tecnología aplicada,... El apasionante devenir de la música en el siglo XX introdujo múltiples posibilidades, a veces fruto del trabajo de compositores poco conocidos. Podemos descubrir en la trayectoria de estos un ejemplo para el músico actual: compromiso con las propias raíces, continua experimentación y una mirada hacia otras culturas musicales del mundo.