MARCEAU. EL PESO DEL SILENCIO
Inés Matute
Entrevista publicada en espacioluke.com en el nº de Marzo de 2003
Marcel Marceau se despidió temporalmente del público español el pasado 24 de Febrero en el Auditórium de Palma de Mallorca. Acompañado por dos de sus discípulos, Gÿorngy Bito y Alexander Neander, formados en su escuela de mimodramas de París, Marceau nos ofreció un montaje a base de ejercicios silenciosos plenos de un humor tierno y agridulce. Bip, el personaje estrella de Marceau, se transformó ante mis ojos en un domador de fieras, en un músico callejero, en un heladero, en un fabricante de máscaras. En ocasiones era manos, sólo manos y aire, pero en todas y cada una de sus caracterizaciones, Marcel Marceau dejó clara constancia de la vulnerabilidad de la condición humana.
Maestro, ¿qué es un mimodrama?
Los mimodramas pretenden ser un mero reflejo, una manera de transmitir la tragedia, la violencia, la injusticia, los placeres y todos los valores de la sociedad. Para encontrar el espíritu del mimodrama hay que acudir a las raíces de la historia y analizar todas las influencias que he recibido, luego procuro aunarlas todas, interiorizarlas. Los actores, igual que los periodistas, somos los historiadores del ahora. El mimo es teatro profundo con una gran carga de corporalidad, en el que la máxima dificultad pasa por crear un mundo que no existe, por hacer visible lo invisible. Personalmente, he consagrado mi vida a crear un estilo propio, inventando una gramática y un lenguaje propio de los mimos, porque donde no hay gramática el arte no existe.
¿Cómo es eso?
Pues mira, eso es algo que se puede vincular al secreto del gesto. Cuando hay una gramática es cuando aparece el arte; hay una gramática para la música, para la palabra, para la ciencia, para la familia, para comunicarse. Cuando me decidí por el teatro, en un primer momento mi intención era volcarme en el teatro hablado, pero me encontré con Etienne Decroux y él me demostró que yo era un mimo nato. Durante mi infancia sentí una profunda admiración por Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy. Ellos crearon el mimo en el cine, y no porque fuera cine mudo, sino porque su procedencia era el music hall. También admiré mucho a Pierrot. Hoy por hoy, tras seis décadas pisando escenario, sigo pensando que mi don es un misterio, el misterio de la creación. Supongo que es una cuestión de sensibilidad profunda y a la vez de sentirse identificado con el público, porque el arte no consiste en buscar placer, sino en complacer al público.
¿Qué denuncian sus melodramas?
La miseria, la violencia. Con la edad se han ido haciendo más profundos, más duros. Yo practico el mimodrama del silencio y sólo doy gritos de silencio, algo muy difícil de hacer en un mundo donde todos hablan como metralletas; a veces me siento como un artista contracorriente. El día que yo ya no esté, Bip será memoria viva y dará testimonio del siglo XX. Mientras tanto, como soy un simple mortal, mi papel consiste en estar al frente de la compañía y empujar a mis discípulos al frente.
Entonces, si le parece, podemos hablar del silencio.
Suelo decir a mis alumnos que el silencio es una imagen que nosotros creamos con nuestro cuerpo y que debemos emplear para fundirnos con todos los elementos, para traducir lo humano. De hecho, no se puede crear sin el silencio. Soy un cómico profundo que habla de tragedias profundas, y para meditar sobre ellas es necesario un clima de silencio absoluto. Como persona no soy locuaz, pero sí elocuente. Hemingway decía que cuando escribes no debes de poner ni una sola palabra de más. Y eso también vale para la música y para el pensamiento. En el mimo el gesto es esencial, y es a través de posiciones estáticas como somos capaces de captar el peso del alma. Cuando no se habla no se puede mentir, es la hora de la verdad. Explicar, teorizar, eso sí me gusta, porque me identifico mucho con el papel de maestro, con el hecho de legar el arte a mis discípulos. En todos estos años me ha congratulado mucho poder comprobar el papel que iba ocupando el mimo en el mundo.
¿El silencio es, aquí y en todas partes, el lenguaje del respeto?
Del respeto y de la reflexión. En todos los países entienden el lenguaje del mimo igual que la música o la danza, pero el silencio del cuerpo no existe. El cuerpo genera música, la música del alma. El mimo conecta profundamente con la mitología del ser humano, ha atravesado todas las culturas. Realmente entramos en un lenguaje gestual que establece el combate del hombre, es un arte de identificación, de metamorfosis. Tu país no es un país silencioso, pero una de sus figuras más representativas de cara al exterior, el torero, tiene mucho de mimo. El torero asume el peso del toro sobre él, y cuando se acerca a matar su forma de caminar no puede ser ridícula, porque estamos reflejando un acto de valor. En el momento de la muerte, la plaza guarda un respetuoso silencio, un silencio sobrecogedor.
¿La palabra puede llegar a ser peligrosa?
No, no podemos decir que sea peligrosa, yo amo las palabras. Las palabras dan la imagen del pensamiento, como cuando lees un libro y estás creando una historia en la cabeza. Ningún arte es más fuerte que otro y todos tenemos nuestros límites, pero a través de ellos hay que ser ilimitado en la búsqueda de la perfección del movimiento, porque nuestro interés es llegar a emocionar. La música, por ejemplo, no te explica nada, no te muestra ninguna imagen, pero a través del sonido llegas a emocionarte. Hace años, yo decidí emocionar sin decir una sola palabra. La palabra tiene más posibilidades de expresión; puede mentir, tener doble sentido y doble intención. El mimo debe sujetarse a un proceder claro y visible. No debe proponer enigmas. Debe ser inmediatamente entendido y atrapar al espectador por las formas, la belleza y el contenido del mensaje. A la pantomima se le imponen límites, pero no es pobre en posibilidades. Cada arte tiene sus fuentes secretas, y dentro de sus leyes la pantomima es rica, aun cuando existan cosas que no puede expresar. No puede mentir, por ejemplo. En todo caso dispone de la fuerza de la sugestión
¿De qué medios dispone para fijar sus ideas o visiones? El director teatral tiene el texto, el director de orquesta, la partitura. ¿ Cómo los retiene usted?
Tenemos una gramática según la cual fijamos lo hallado, una gramática para la gente del oficio. Un libro sobre la gramática de la pantomima no sería de utilidad para el público, puesto que hablamos de un arte de actitudes. Películas que muestren la técnica y el dominio corporal del mimo son a mi entender mucho más útiles. Ocurre como con la prestidigitación: cualquiera puede aprender los secretos de la magia, pero para ser un prestidigitador hace falta otra cosa. Lo importante es que haya libros que enseñen la historia del mimodrama y expliquen lo que la pantomima quiere expresar.
¿Qué relación hay entre la pantomima y la danza?
La pantomima y la danza son hermanas, pero ambas son un pretexto para mostrar la técnica del mimo o el bailarín. Ya era así en tiempos de la danza clásica, como en Sílfides. Cuando la pantomima relata una historia, también lo hace para mostrar las posibilidades físicas del mimo y su conocimiento estético. La pantomima se diferencia de la danza sólo en las reglas del juego. El bailarín flota en el aire, el mimo permanece en el suelo, por eso su arte lleva todos los caracteres del arte dramático: peso, profundidad, agitación externa e interna. Ambas artes se influyen mutuamente.
¿Para sus temas sigue usted sólo su intuición?
Un tema no consta sólo de intuición. Al comienzo se halla, naturalmente, la inspiración inexplicable, pero yo creo que el artista debe tener una mirada calma y fría para con su obra, y juzgarla con neutralidad, pues es peligroso crear partiendo del impulso de la pasión. Los malos escritores escriben en el impulso. Los buenos permanecen fríos.
¿Qué tiene Marcel Marceau de Bip?
Bip es un Quijote contemporáneo que se enfrenta a los molinos de la vida actual. Los rasgos específicos de Bip son abstractos, él vive en un mundo abstracto. Bip es seguramente una parte de mí mismo; nunca he sido un vagabundo como él, no he sido un bombero y tampoco he trabajado en un circo, pero he sido soldado como él y también he estado enamorado. Soy un testimonio de mi observación sobre la vida. En el fondo, Bip es como una enciclopedia sobre la historia de la humanidad que intento transmitir con este arte de mi cuerpo.
¿Qué proyectos tiene para el futuro?
Mañana vuelvo a París y empezaré a preparar mi gira americana. El mundo conoce como artista a Marcel Marceau, pero no a su compañía, y esto es así por una simple cuestión económica. Menos mal que ahora cuento con un productor que me permite viajar por el mundo con mis discípulos. El próximo otoño presentaré en la primera parte un resumen del espectáculo antológico, mientras que en la segunda parte incorporaremos tres cuentos fantásticos, basados en la tradición del Noh japonés, la Comedia De’ll Arte y los cuentos chinos de la época de Lao Tsé. Quienes asistan al espectáculo comprenderán que el mimo es un arte profundo. He dicho el próximo otoño.. con el permiso de Dios naturalmente.
* Vaya aquí nuestro agradecimiento al personal de Pasionarte.com, a Octavio Caballero, de Wom Live y a la señorita Sabine, de Lanota. S.L.
BIOGRAFÍA:
Marcel Marceau, aclamado mundialmente como el mejor mimo de todos los tiempos, nació el 22 de marzo de 1923 en Estrasburgo, Francia. En 1944 se matriculó en la Escuela de Arte Dramático "Charles Dullin" del Teatro Sarah Bernhardt en París, donde cursó estudios con el maestro de pantomima Etienne Decroux. Tiempo después, se reclutó en el primer Ejército de Liberación y participó en la campaña alemana al lado de las tropas americanas. En mayo de 1946, entró a la Compañía de Barrault, y allí se le asignó la interpretación del papel del Arlequín en la pantomima Baptiste. En 1947, Marcel Marceau creó su famoso personaje, "Bip", quien con su cara blanca, su camisa marinera y una chistera vieja, ha dado la vuelta al mundo. En 1948 recibió el famoso premio Deburau, lo que le animó a fundar su propia compañía de pantomima y a presentarla en los mejores teatros de París y en otros teatros de Europa, Canadá y América del Sur. Era la única compañía de pantomima del mundo en aquella época. Con su compañía, produjo, dirigió y presentó 26 mimodramas, incluyendo "Pierrot de Montmartre", "The 3 Wigs", "The Pawn Shop", "14th July", "The Wolf of Tsu-Ku-Mi", "Paris laughs - Paris cries", y "Don Juan". Marcel Marceau ha demostrado su versatilidad con algunas intervenciones en cinematografía, tales como “Barbarella”, dirigida por Roger Vadim o “Shanks”, dirigida por Bill Castle, en la que combina su arte del silencio interpretando a un titiritero sordomudo y a un científico loco parlante. En la película muda de Mel Brooks, Silent movie, la única palabra que dijo fue "No". Los niños se han deleitado con "The Alphabet Book" y "Marcel Marceau Counting Book". Otras publicaciones de sus pinturas, poesía e ilustraciones incluyen "La ballade de Paris et du Monde", "Les Réveries du Bip", "The Story of Bip"(Harpers and Row), "Pimporello" (Belfond Paris), y "The Third Eye" (Paris Lithoprint).
El Gobierno francés ha conferido a Marcel Marceau sus más grandes honores: "Officier de la Légion d'Honneur", "Commandeur des Arts et Lettres", y "Grand Officier de l'Ordre National du Mérite". Marcel Marceau ha sido elegido miembro de la Academia de Artes en Berlín, de la Academia de Artes en Munich, y es miembro del prestigioso Instituto de Francia. Su Escuela Internacional de Mimodrama ha sido subsidiada por la Ciudad de París desde 1978. Marceau es Doctor Honoris Causa de la Universidad de Princeton , de la Universidad del Estado de Ohio, del "Linfield College", y de la Universidad de Michigan.