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El laberinto II: (mintxo) | ||||||
El abismo de la mirada: De místicas (pradip j.phanse - txema g.crespo) | ||||||
Del interés del arte por otras ciudades: (kepa murua) |
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![]() Continúa la serie del mes de Junio |
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De aquellos místicos estos canallas
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DEL INTERES DEL ARTE POR OTRAS CIUDADES (kepa murua) |
A menudo oímos que el arte con mayúsculas vive en otras ciudades distintas a la nuestra. Por los libros de historia estudiamos ciudades encantadas y rodeadas de monumentos y señuelos artísticos que no existen en nuestra ciudad. El arte está en las grandes ciudades nos dicen, está en las capitales con su historia entre las piedras y sus celosías guardando viejos museos. Las ciudades artísticas con sus piedras y monumentos, con sus calles y plazas, con sus museos y edificios se declaran sin descanso intérpretes de una realidad que huye de nuestras manos tendiéndonos mil trampas. ¿Vivieron nuestros antepasados la historia, supieron del arte de sus coetáneos mientras se aferraban a la vida como podían? En el mundo del arte la interpretación congelada parece más importante que el hecho artístico en el momento preciso. Es el fruto del desconocimiento ante el acontecimiento artístico. En un lugar cualquiera y en un instante, el orden inquieta a los artistas, quienes pervierten la normaildad con una arquitectura efímera que lo condiciona y traslada todo ante los ojos del paseante, que ve cómo en cualquier ciudad del mundo la historia se repite en sus hábitos minúsculos de la misma manera que su quehacer artítisco remonta su significado para confundirse entre las calles, tiendas, escaparates, bares, semáforos y callejuelas sin salida al horizonte, como un hecho anodino que prevalece en el mundo cotidiano del arte. Es el arte sin retorno alguno, una representación de lo cotidiano con una magia ensoñadora que nos hace vibrar ascendiendo por los peldaños del inconsciente en los momentos más anodinos de nuestra existencia. A menudo se dice que está en las grandes ciudades, en la historia de los monumentos, en los museos cerrados a cal y canto, en las explicaciones disecadas de los profesores y funcionarios de la cultura. Pero no es asi. En cualquier ciudad del mundo, en el centro o en la periferia, en el borde del mundo el arte desvive su itinerario artístico cuando cae en la vulgar normalidad. El interés del arte por otras ciudades es subvertir el plano urbanístico coloreándolo con nuevos sueños y múltiples señales, diseminando en él objetos que en principio debieran destinarse a otros espacios propios del mundo del arte. Entonces sabremos que lo que hemos visto pudo ser ese arte que a menudo nadie sabe explicar qué es, pero que intuímos como algo cercano. La historia cae a los pies del arte y se congela en el absurdo del tiempo imaginando ante mil ojos cautivos la nueva memoria del ciudadano. Pensábamos que era, mas no era, que podía ser pero que fue. Que en las ciudades de la nada vive el arte con todo su sentido como una sombra entre la niebla de la noche. Son los zarpazos del arte. En cualquier esquina, en cualquier lugar aparece un artista sin nombre, a quien nadie conoce ni pretende conocer, un desconocido que con sus garras sedientas de imagen, en silencio, dibuja las ciudades del hombre ante los ojos de la adversidad en el mundo del arte. Pensábamos viajar a una gran ciudad para reconocer el arte y no supimos convencernos que como la luz que es y no se hace, estaba de nuestro lado. |