• LA POESIA SI ES QUE EXISTE (kepa murua)
• LEER A OSCURAS (jose luis garcía fernández)
Leerse: (prieto avedillo)
• EL QUINTACOLUMNISTA: Enterrado con un sólo juguete (luis arturo hernández)
• CARTAS DEL NORTE: El libro del año (jose luis garcía fernández)

LA POESÍA SI ES QUE EXISTE (kepa murua)
Un poema nos aguarda a la vuelta de la esquina después de recordar una experiencia inolvidable. Creemos que tras un paréntesis imprescindible para congelar en la memoria un recuerdo inevitable, el poema alcanzará su forma definitiva porque el poeta se hizo hombre con él. Pero el poema tiene su propia independencia y movimiento. Intuímos que todo puede ser un poema pero somos conscientes del límite de esta aseveración cuando muchas experiencias quedaron en el primer esbozo o se congelaron en el tintero de la pasión y de la memoria. Observamos su primer fraseo y un cúmulo de palabras desordenadas nos obligarán a volver a la historia pensada con el sentimiento del olvido alzándose eternamente en el horizonte. El poema lo es todo y es nada. A veces un primer verso, otras una repetición de palabras como un único vértice de lo que acontece por nuestras visceras endemoniadas, y otras, el susurro de la mente cabalgando por nuestros oidos como el mar de un viento único que se abraza ante nuestrs ojos. Estaba pero no nos dimos cuenta, éramos pero quisimos ser otros frente al paisaje de la poesía. El de la infancia, el de la vida, el amor, la soledad y la muerte, una única premonición a oscuras cuando se acerca el poema en su primera impresión y desdoblamiento. Tu voz y la mía, lo que pretendemos y no logramos, lo que quisimos alcanzar y apenas nos deja un rastro, como de un olor que reconocemos, algo muy nuestro, pero que no sabríamos definir a ciencia cierta pese al poder que encierran las mismas palabras en la búsqueda de esa definición. El día que un mar no tenga tus ojos, el día que aciertes con ese olor y lo encierres entre las palabras, ese día, dejarás de escribir, o escribirás el último poema, quizás el mejor, el más bello. El único e irrepetible, pero entonces nadie, nunca nadie, sabrá que te estás pisando la identidad en un mundo de silencios y murmullos inevitables ante lo inevitable que es la vida en el itinerario del poema.
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LEER A OSCURAS (jose luis garcía fernández)
"Cuerpo y prótesis" de Juan José Millás
"Espectros" de Manuel Vicent

Es a menudo la libertad de expresión un bien supremo que se invoca desde diferentes ámbitos sociales con el objeto de recordarnos sistemáticamente las dificultades añadidas a tal derecho. No en vano, este país sabe mucho de sufrimientos propios y ajenos, de desaciertos coyunturales y de descréditos pasionales que casi siempre solían venir de mano de aquellos que consideraban tal contribución como un tributo, una derrama de difícil consistencia.

El periodismo, y dentro del mismo, la columna periodística, sabe mucho de invocar a la libertad de expresión. Los columnistas que diariamente se asoman a nuestras vidas desde su particular atalaya, ocupan un privilegio casi artúrico, y a menudo coinciden en las librerías con recopilaciones de artículos. Es este el caso de dos pesos pesados, dos nadales que para nada se achican ante lo que diariamente ven desde sus ventanas. Se trata de Juan José Millás y su Cuerpo y Prótesis, y de Manuel Vicente y sus Espectros.

Los diferentes artículos de Cuerpos y Prótesis, auténticos relatos breves dignos del que sin duda ya es uno de los mejores cuentistas en lengua castellana, impulsan un territorio novedoso, hiperrealista y profundamente metafísico. Se desarrollan en ese otro lado del espejo al que siempre acostumbra a referirse, pero al que también siempre nosotros solemos ignorar, unas veces por pudor, otras por prudencia, y las más por miedo. De igual forma que tardamos un tiempo en asimilar su teoría de los armarios comunicantes, también resulta aparentemente difícil el adaptarse al fabulesco mundo que Millás despliega desde los diarios de este país

Espectros, es una indagación en la realidad desde un punto de vista más mediático, y si se quiere, menos fabulesco. Manuel Vicent, recupera en su particular galería a personajes tan siniestros y literariamente tan agradecidos como La Orquesta del Titanic, fatídico epicentro de leyendas marinas, la Capilla Sixtina, la cámara de gas, los sótanos de Berlín, la lencería femenina e incluso la casa natal de Hitler, si se quiere un esperpento más que un espectro. El libro, se nos presenta acompañado de una espléndida recreación fotográfica de Francisco Ontañón, cuyas imágenes son en sí mismas la ani-mación de un Espectro paralelo, generalmente pro-fético, pero también habitualmente trágico.

Se puede decir, que la contribución de Ma-nuel Vicent a la literatura periodística, o al perio-dismo literario, que tanto da, va intrínsecamente unida a la de su buen amigo y colega de columna semanal Juan José Millas, de tal forma que no se podría entender la una sin la otra. Porque ambos desde su particular refugio describen el mundo tal y como nosotros lo percibimos a diario sin saberlo. Un mundo repleto de basureros piratas, santuarios nucleares, armario comunicantes y disonancias lascivas, que siempre suelen ser las más corres-pondidas. Es de esperar por tanto, que esta curiosa iniciativa emprendida por la Editorial Aguilar, tenga la justa continuación en el resto de autores que con tanta maestría jalonan los diarios de nuestra piel de toro.

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Leerse (prieto avedillo)
Da igual lo que escribas si nadie lo lee. Y da igual que lo lean si no lo reflexionan. Si consigues que te lean y te reflexionen, entonces lo has conseguido.

No importa que estén o no de acuerdo, pero de primeras hay que atraer, es decir, seducir, y atrapar, es decir, conquistar.
Es un trabajo que hay que terminar como si no fueras a recibir ningún beneficio material. Nadie va a valorar el tiempo o el esfuerzo que te haya costado, sino únicamente si el resultado vale la pena o no.

Ni aun siendo buen lector lograrás estarás seguro de ti mismo leyéndote, y solamente la distancia proporcionará algo de objetividad.

No deberás olvidar que hasta que no lo veas publicado cualquier cosa que escribas no será literatura, porque las letras en un papel no dejarán de ser más que escritos, al igual que tus personajes no serán más que eso aunque imiten a una persona con nombre y apellidos, vida e infortunio.

No aceptes una sola opinión por válida sobre tu obra y menos en un corto espacio de tiempo pues unos con otros se repiten por no desdecirse.

Nunca quieras ser más grande que lo que escribas, pues acabarás siendo más pequeño.

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EL QUINTACOLUMNISTA (luis arturo hernández)
No todo el monte es orégano

(Reseña crítica de Cimarrón Historia de un esclavo, de Miguel Barnet).

“Esteban Montejo, a los 105 años/ de caminar, cimarrón de arriba abajo en su/ juventud, liberto en los ingenios, combatiente en las turbias fuentes de la/ generación del 98 (...) dice palabras despaciosas, de repente aparece un pájaro...”, escribía Blas de Otero durante su estancia en La Habana, al poco de publicarse la Biografía de un cimarrón a base de cinta grabadora de Miguel Barnet ( Letras Cubanas, 1966), en un ejercicio intertextual que iba entretejiendo la quintaesencia del discurso oral del cimarrón con la abrupta orografía de los encabalgamientos de su propia obra, en un poema que expresaba la síntesis dialéctica de la voz de Otero y la del último cimarrón cubano y venía a ser, a su vez, la réplica de aquella simbiosis del protagonista-narrador y el autor-recolector de su testimonio popular.

No es de extrañar, por tanto, que el propio Barnet acometiera al año siguiente la tarea de “recontar” el relato -como ha ocurrido a lo largo de la Historia con todas las grandes obras del patrimonio popular-, en esa ocasión para un público juvenil. Y ésta es precisamente la versión que da a la luz Siruela en la antigua metrópoli.

De hecho, la reescritura de un relato único e irrepetible como era el Cimarrón, superaba con creces el mero documento etnográfico sobre el modus vivendi de un cimarrón, para ofrecerse al lector como una manifestación de auténtica narrativa popular que desbordaba, de paso, y llevada por el viento de libertad de la literatura del pueblo,la experiencia del negro huido de la esclavitud a la manigua, abarcando desde su vida como liberto en los ingenios azucareros hasta su participación en la guerra de Independencia de Cuba(1995-98), a la vez que superaba las limitaciones del género biográfico para convertirse en las memorias de un hombre de acción e irremplazable testigo presencial, desde la última revuelta del camino, de tan veloz como radical transformación de los modos de producción, desde la esclavitud al socialismo, en la Cuba que iba de la Colonia a una república libre de todo imperio.

“Para el cimarrón silvestre, léase, por favor, el libro de Barnet”, recomendaba ya desde sus papeles de Lumpen, marginación y jerigonça el dramaturgo Alfonso Sastre, y no le faltaba razón pues Cimarrón Historia de un esclavo constituye en sí un “catauro de cubanismos” -por decirlo con palabras del segundo descubridor de Cuba, D. Felnando Oltí- y un compendio historial de los usos y costumbres del negro cubano que recorre, desde su condición de esclavo, la penosa escala de su liberación, y pasa de cimarrón a liberto, y de insurgente a ciudadano y compañero.

La vida cotidiana de la población de origen africano encuentra ya su portavoz en este anciano de la tribu que describe con morosa minuciosidad lo mismo las tareas del ingenio que las fiestas populares o los ritos funerarios, gastronomía, juegos o etnias, y narra con idéntica naturalidad la aventura solitaria del huido a la manigua que la épica del insurgente de a pie en la guerra anticolonial, haciendo alarde de una sinceridad que lo hará libre -”Pero eso no es triste porque es la verdad”, repite irrefutablemente a lo largo de toda la obra-, sin cohibirse a la hora de confesar su debilidad por las mujeres, ni al mostrar su escepticismo con respecto a las distintas reglas de la santería -”A mí me gustaba mucho la maldad y la jodedera.Y así no se puede llevar la brujería”-, y con una crudeza insultante cuando enjuicia -sin el más mínimo afán glorificador y como muy pocos han sido capaces de hacer después en la literatura cubana- la cara oculta del ejército libertador, sus trapicheos y defectos, sus deslealtades y ambiciones, dando cuerpo desde la subjetividad a las luces y las sombras de la intrahistoria colectiva, desde sus orígenes, de la Cuba de hoy en día.

Focalizando su historia desde el punto de vista de una raza perseguida, Esteban hace su propia etopeya de hombre individualista aunque profundamente solidario, un cimarrón que se echó al monte, “nada más que jugaba al monte” y conocía la Regla del Monte, como si llevara escrito su destino en el mismo apellido Montejo, hombre de carácter montaraz y son montuno que, a diferencia del “Cimarrón” que protagoniza aquel relato de Carpentier titulado Los fugitivos, vivió para contarlo.

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CARTAS DEL NORTE (jose luis garcía fernández)
El libro del año

¿Existe lo que podríamos denominar como un libro del año?. Ciertamente, resulta complicado responder a tan aparentemente pueril pregunta, no en vano cada vez que nos acercamos y nos detenemos ante el escaparate de una librería, comprobamos como las novedades se pisan unas a las otras en una vorágine que más recuerda una guerra abierta de Editoriales. Pero si es difícil el responder a ello, no lo es tanto si seguimos (aunque sólo sea por encima) cuanto sobre literatura se edita en nuestro país.

Recientemente, y al hilo de todo esto, hemos tenido la ocasión de vivir con curiosidad adolescente una edición esperada, Exhortación a los cocodrilos, de Antonio Lobo Antunes, y una reedición de lujo: Paradiso de José Lezama Lima. Lástima que ambas obras estén condenadas a dormir el sueño de los justos y como mucho, a ocupar un escaso espacio (digno, como no) en los suplementos literarios de este país.

Es Lezama Lima, un autor paradigmático que se coge y se deja con igual facilidad y dificultad. No en vano, en Paradiso (Alianza Editorial) noveló poéticamente un discurso narrativo plagado de metáforas sobre la vida, que conforma con acento cubano un sinuoso puente de doble dirección. Precisamente, la acusación de ausencia de un argumento no hace sino ahondar en la grandeza de una obra inconclusa hasta su definitiva revisión en 1993. (Cuenta la leyenda, que cuando en dicho año se presentó en sociedad en La Habana, fue recibido con alborozo al grito de ¡El libro, el libro!, lanzándose la juventud literalmente sobre las pilas de ejemplares). Por el camino, habían quedado acusaciones de ser una novela de homosexuales para homosexuales, de compartir como pocas la técnica del género folletinesco y de contemporizar herméticamente con las culturas mediterráneas. (Como si esto fuera un delito).

Antonio Lobo Antunes, por el contrario, es un viejo conocedor de los lectores. Autor de una de las experiencias narrativas más innovadoras de los últimos años, siempre ha gozado del favor de la crítica. En esta ocasión, y aún no alcanzando las cotas de calidad expresadas en Esplendor de Portugal, igualmente editada bajo el sello de Siruela, despliega su cacofónica idea de la novela a partir de las voces de cuatro mujeres, únicas conductoras del relato. La excusa, como siempre, los convulsos años posteriores a la Revolución de los claveles, el objetivo, como casi siempre, indagar en las peculiares personalidades y en la psicología de quienes conforman con mayor o menor fortuna el relato. Antunes se empeña, una vez más, en una corrección estilística plagada de sobresaltos.

Y volvemos así a la pregunta del principio. ¿Existe lo que podríamos llamar un libro del año?. Rotundamente, sí. Al igual que todos los años tenemos el partido del año, e incluso del siglo, sea éste la final de la Copa de Europa, o del Mundial de fútbol, también todos los años tenemos el / los libros del año, de entre los cuales he tenido el atrevimiento de rescatar tan sólo a los dos que nos ocupan. Aunque, por desgracia, las medidas del Gobierno sobre la conveniencia de liberalizar el precio fijo de los libros, están a punto de minar un poco más, si cabe, el escaso bagaje cultural con que goza nuestro país. Lástima.

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