El Laberinto (IV) (mintxo) |
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El abismo de la mirada: (pradip j.phanse - txema g.crespo) |
La soledad ruidosa
La soledad sonora era una metáfora de Juan de la Cruz que en estos tiempos del individuo y las masas se ha convertido en una realidad burda a más no poder: la soledad ruidosa es la nueva forma de existencia, alejada por completo de la enajenación mística y bastante centrada en la alienación del sistema único. Hasta hace unos años, el ciudadano podía elegir entre la soledad de Nueva York o la de Moscú. Salvando las distancias, claro. Además, había lugares donde todavía se podía sobrevivir sin ser un número, pero esto se está acabando: el sida terminará con África antes de lo que nos podemos imaginar y la lucha de John Zerzan, el anarquista de Seattle, o los cientos de jóvenes que han hecho la puñeta al Banco Mundial y el FMI en Praga no es más que testimonial. De momento. Como dice el viejo refrán, la esperanza es lo último que se pierde. El aislamiento autista de las nuevas urbes (el campo prácticamente ha desaparecido), la soledad complaciente en la que nos sumerge la tecnología, el falso anonimato (nunca hemos estado más vigilados)... En fin, la domesticación de las masas mezclada con la falsa reivindicación del individuo (sólo es individuo aquel que se puede pagar esta nueva condición savateriana) está vaciando las plazas y las calles, aunque estén llenas de seres. Pero la humanidad no está perdida: hay que fijarse en esas gentes que hablan lenguas extrañas y llevan otras indumentarias, aquellos que no tienen todavía esa condición de individuo contemporáneo y que están comenzando a llenar de vida las calles de las ciudades en una lucha silenciosa contra la soledad ruidosa contemporánea. En ellos y en aquellos otros como los que en Brasil están recuperando las tierras de los latifundistas se puede encontrar la callada pelea contra la soledad vigilada y complaciente del sistema único. |
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DEL INTERES DEL ARTE POR OTRAS MISERIAS (kepa murua) |
Podríamos mentir y decir que el arte actual es lo que justifica al hombre. Mentir y afirmar que el artista sustenta en su medida el arte contemporáneo. Que la historia del arte es un capricho de la palabra que intenta situar al hombre en su medio, valorando los objetos que éste hizo para sí y desechando lo que éste destruyó en el entorno. Como un eterno retorno del arte y del hombre a quien le tocó encubrir con su pasión por la creación la mentira despiadada de su tiempo, podríamos enumerar sin fatiga algunas miserias relacionadas con el mundo del arte. Decir el artista, mencionar al metódico marchante, al galerista, al crítico, a las instituciomnes, a los comisarios, a los museos, a las iglesias, a los salones y galerías, a los premios y otras herencias del arte contemporáneo. Enumerar nombres instalados en la imaginación y recordar lo enunciado como una aproximación inevitable del mercado del dinero y del arte. Una ruptura entre el medio que lo sustenta y la libertad creadora, espacios que sobreviven parejos al engaño del arte, gracias a una demanda del mercado y de la sociedad. Decir hipocresía, confundir sencillez digerible, ilusión comercial, sorpresa como respuesta a la rebeldía de unos iluminados que conjugan el oficio con la creación, afirmar con sus lenguajes y actitudes una eterna incomprensión derivado del eterno caos ante la verdad ausente. Podríamos enumerar numerosas miserias relacionadas con el mundo del arte. Los viejos cánones, el gusto demacrado, la adquisición superficial, la hemeroteca brillante de un mundo que como una repetición justifica cada cierto tiempo el valor del entorno en el mundo del arte. Pero una cosa es evidente, pese al arte y los artistas, pese a la repetición consumada del artista que se enfrenta con el dilema de una renovación constante y la materia de su obra en devenir, el arte se escabulle con todas sus miserias a destajo, con su pobreza y belleza infinita como una respuesta múltiple a la realidad que se avecina y a su vez reinventa con el mayor de los resentimientos. El verdadero artista que con su obra se encuentra con la mayor de las sorpresas, sólo él se ve frente a lo desconocido. Sólo lo que se avecina no tiene nombre. Entonces se descubre el arte con plena consciencia, sabiendo que con su lucha a muerte vencerá a los artistas. |
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Net art (aldel) |
La Fábrica Proyecto de Marisa González (http://w3art.es/magonzal/home.html) para la Fundación Telefónica. Proyecto interactivo que incluye una convocatoria consistente en enviar imágenes y textos de historias de fábricas significativas de un cierto tipo de arquitectura industrial, en proceso de destrucción, con la que el participante tenga alguna vinculación por vecindad, parentesco o interés de alguna clase, para ampliar y documentar así las diferentes historias. http://www.telefonica.es/fat/lafabrica/lafabrica/intro_menu.html |