Gillermo Unzetabarrenetxea

LOS MUSULMANES SON PELIGROSOS

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Un comando integrista musulmán ha perpetrado el atentado terrorista más pavoroso de la Historia hasta el momento. Los musulmanes son peligrosos. Son gente fanática, incomprensible, incivilizada, poco de fiar. Hay que impedir que los musulmanes vuelvan a cometer una atrocidad así. La OTAN debe tomar represalias atacando a los culpables, a los sospechosos y a quienes les protegen, aunque se produzcan lamentables daños colaterales de civiles.

Hace unos años, tres jovencitas fueron secuestradas, violadas y asesinadas en Alcasser (Valencia). Los valencianos son peligrosos. Son ladrones y violadores, atrasados y brutales. Hay que impedir que los valencianos vuelvan a cometer una atrocidad así. Hay que encarcelar a todos los valencianos, impedirles que salgan de sus tierras y vengan a mezclarse con nosotros en las nuestras.

Los hinchas ingleses del Liverpool mataron a un centenar de hinchas italianos en el estadio Heysel de Bruselas en una mezcla siniestra de juerga de borrachos y linchamiento de fanáticos. Los ingleses son peligrosos. Son crueles, sucios y racistas. Hay que impedir que los ingleses vuelvan a cometer una atrocidad así. Hay que mantener un bloqueo aéreo y naval contra su isla para que ese virus de salvajismo, evidentemente genético, no contamine nuestras pacíficas costumbres.

La semana pasada, un policía con bigote empezó a disparar indiscriminadamente en las calles de Madrid. Los bigotudos son peligrosos. Son zafios y engreídos, machistas y antihigiénicos, personalidades inseguras que usan el bigote como prótesis de una virilidad de la que dudan, y son propensos a crisis violentas. Hay que impedir que los bigotudos vuelvan a cometer una atrocidad así. Hay que internar a Mané, José María Aznar, Iñaki Azkuna, Jesse Jackson, Vicente Fox, Stevie Wonder, Paco Lobatón y todos los bigotudos en campos de reeducación. Pero podrían camuflarse con un simple afeitado, de modo que será prudente internar a todos los hombres en esos campos, tengan bigote o no.

Nosotros somos buenos. No hacemos mal a nadie, nos quedamos en casa viendo dócilmente la tele. Podríamos informarnos mediante ella, pero debemos olvidar obedientemente lo que hemos visto ayer para dejar sitio a lo que debemos ver hoy. No obstante, estamos llenos de buena voluntad: hacemos esfuerzos de concentración mental para recordar a todos los amantes de Mar Flores, la gama de cilindradas disponibles del Seat Ibiza y el precio de los futbolistas. Si confundimos en el mismo saco a los árabes, a los musulmanes y a los que se tocan con un turbante es porque lo de las religiones y las lenguas es una cuestión sin importancia que se resume fácilmente: como todo el mundo sabe, todos los occidentales son cristianos y son franceses, y todos los que llevan sombrero son cristianos.

Es inconcebible que haya gente que nos odie tanto como para destruir las torres de nuestra amada capital. Son desagradecidos. Intentamos ayudarles mandando postales de UNICEF en Navidad; vamos de vacaciones a sus países para divertirnos con sus desfasadas vestimentas y esas cosas tan pintorescas que hacen por las calles para entretenernos, que no siempre son graciosas, pero nos reímos por educación; nuestros valientes soldados se toman el trabajo de bombardear sus ciudades para eliminar a sus criminales, cosa que no parecen capaces de hacer ellos mismos. Nosotros, que somos buenos porque somos franceses porque somos cristianos porque llevamos todos sombrero, pagamos impuestos para que el gobierno haga carreteras y hospitales, para que la policía y el ejército nos protejan de los musulmanes, de los valencianos, de los ingleses y de los bigotudos. Tenemos derecho a exigir mejor puntería y más intensidad en los bombardeos, porque está claro que en los últimos no se exterminó a todos los asesinos.

¿Y quiénes somos “nosotros”?

Texto y fotos: Guillermo Unzetabarrenetxea
fotógrafo
giller@euskalnet.net
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