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luis arturo hernández
Desfasados
Al norte de Marruecos hay un pueblo cuyos bailes peculiares son indecentes hasta la fetidez, y (...) al norte de este segundo pueblo hay otro cuyas danzas nacionales son honestas y decorosas hasta la perfección. (...) haciendo que los jóvenes dejen de acudir a bailes públicos, siempre repugnantes y en contra de toda moral, (...) Pueden tacharle al nacionalismo de lo que se quiera, pero nunca se podrá negar su acción moralizadora (Sabino Arana, Efectos de la invasión).
Las palabras del profeta del nacionalismo vasquista cobran actualidad más de un siglo después -el pensamiento mítico es refractario a la Historia- con motivo de la reivindicación anónima de la voladura de la discoteca Universal en la localidad navarra de Lacunza (España), para denunciar las nuevas formas de control que le impone el sistema español capitalista a la juventud, que se pasa el fin de semana desfasando(sic), desconectada de los problemas de su Pueblo.Tras tan populista -o pueblerina- acusación alienta la cruzada de moral puritana de los ayatolás de un integrismo vasco que exhortan con mano de hierro a la observancia de las buenas costumbres, condenando los akelarres, al pie de la sombra tutelar de San Miguel de Aralar sojuzgando al Maligno, a despecho del que dirán, a la manera talibán.
Cuando resuenan aún los ecos de las voladuras de las torres gemelas de Nueva York -improvisados misiles tierra-aire, aquellos artefactos en el abordaje en pleno vuelo por parte de piratas aéreos a las órdenes de bandoleros con parche en el ojo, férrea mano de gumía y pata de palo que hacían de una demolición su inmolación-, y mientras que El guardián -entre el centeno- de la civilización occidental, El Gran Hermano, adereza el plato frío de su venganza -una cena fría a base de fiambres- con el slogan de Libertad perdurable -tan teológico como el de Justicia Infinita-, lejos de intentar colarse en el Paraíso como sus Hermanos Musulmanes, nuestros Hermanos Euscaldunes aspiran a asaltar los cielos, saltando en pedazos uno de esos paraísos artificiales de la postmodernidad -séptimo cielo de la sala de fiestas-, provocando el aterrizaje forzoso de una nave -industrial- reconvertida en una gran superficie del ocio -y sociólogos tiene la Santa Madre Democracia que hablarán de estas cuestiones más que yo-, galpón reciclado en una factoría de sueños con ritmo binario, supermercado de drogas de síntesis -dialéctica de laboratorio- y mayorista de los viajes -astrales- de tripis y fumadero de otras hierbas -que voy/ de vuelo-, pasarela del diseño de las últimas sustancias y embotellamiento de todo su tráfico, abordando al azafato de la macroborda retrotraída a megaburdel para hacer saltar por los aires la titánica fábrica del edificio con tres cargas de explosivo plástico -y rompedor-, Titadine, artificial como la propia mitología en que se inspira la acción, fuego real - nada de artificio- para dejar hecho el local una escombrera a la llegada de los artificieros, en una declaración de guerra de lo local frente a lo Universal-.
Mientras la Policía peinaba el territorio foral del viejo reino de Navarra en busca de los hashischin del Viejo de la Montaña -sospechosos de colaboración espiritual con banda armada- y se dejaba los ojos descifrando sus diarios -entre lo depresivo y lo visionario-, los iracundos maniqueístas vascos -como Manes, el antiguo sumo sacerdote iranio- llevan a cabo sus desmanes contra los heterodoxos del éXtasis -lucha contra esa degeneración de la Generación X, en nombre de Malcolm X, con reivindicaciones propias de Expediente X, y que me aspen si entiendo este triple empate-, aplicando su proverbial tratamiento de choque para erradicar los males de la patria con su patética particular y extirpar con quimioterapia ese ganglio en el sistema linfático de la ruta del bakalao, dejando claro quién corta el bacalao.
No deja de resultar paradójico, sin embargo, que guiados por el fundamentalismo vasquista -Eta quizá naciera en la clausura de un seminario, pero es muy probable que muera en el encierro/entierro de la catacumba de la ultratumba ultramontana-, y haciéndose eco de la denuncia de la autodenominada Comisión Anti-discoteca del pueblo, los autores del atentado se hayan convertido en sayones voluntarios de la Ley Española y policías honorarios de una voluntariosa onegé patriótica que se anticipa a su clausura, componiendo un somatén que hiciera cumplir manu militari la sentencia-de dos años de cierre por falta de medidas de seguridad- dictada por el Gobierno de Navarra -demostrando de facto la ausencia de las citadas medidas-, mientras se toma la justicia -si no infinita por lo menos interminable- por su mano, endureciendo las penas al condenado -del mal trago, nunca mejor dicho tratándose de un local de tragos, al estrago-. Alucinante, en una palabra. Y es que ya flipas en colores.
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