El Caballo de Troyaamado gómez ugarteDineroMientras los poetas siguen hablando de corazones rotos, de sueños caídos, de amores eternos, de ilusiones perdidas, de almas almidonadas. Los bancos siguen hablando de dinero contante y sonante, de rendimientos, ganancias, dividendos. La meta que se ha marcado el BBVA es obtener un beneficio neto para el año 2002 de 550.000 millones de pesetas, y por eso afirman que el comportamiento salarial es un riesgo para nuestra economía, o sea, que no suban los sueldos de los demás para que ellos puedan seguir beneficiándose. Así lo dijo su presidente, Emilio Ybarra, en la última junta de accionistas. Por su parte, el BSCH, de Botín y compañía, no le anda a la zaga y se propone con tesón redoblar esfuerzos para alcanzar los 475.000 millones. Sin embargo, curiosamente, los pobres ahorradores que invirtieron en fondos de estos y otros bancos, están perdiendo mucho de lo poco que tienen y sus rentabilidades llevan siempre la rayita del signo menos por delante. La culpa es de la Bolsa, maldita pecadora. La Bolsa viene a ser algo así como la María Magdalena de los inversores, todos tienen una piedra en la mano pero nadie la arroja, porque todos se reconocen en ella y esperan un milagro. Los bancos no esperan milagros, los hacen. Se juntan, se aparean, se fusionan, para engordar sus dígitos, porque el dinero va donde hay dinero, siguiendo el mismo impulso que las aguas, que corren caudalosas en busca de más agua, hasta juntarse todas en el mar. Así en las grandes cifras de los bancos los ceros ruedan ordenadamente y se sitúan a la derecha; en cambio, en las pequeñas cuentas de los ahorradores, los ceros tienden a caer siempre hacia la izquierda. Supongo que habrá una ley matemática en todo esto, pero maldita ley. Tal vez la respuesta está en la forma de vestir, que marca de antemano las actitudes de cada uno. En que los banqueros salen siempre en las fotos con ropa de recibir beneficios, listos y aseados, con traje y corbata y, si tienen pelo, bien repeinaditos. Y los demás andamos por ahí en jersey y con el pelo revuelto, con aspecto proletario. Será eso. Sin embargo, no es cierto que el dinero sea malo en sí. De hecho, en muchas ocasiones, su capacidad de unión entre las personas es más fuerte que los sentimientos. Hay matrimonios que perdido el amor, el deseo, e incluso la convivencia, continúan permaneciendo juntos porque les mantiene unidos el dinero, los bienes gananciales, que divididos se quedan en nada. El mismo Baudelaire compuso sus mejores obras cuando se permitía derrochar a manos llenas y tener amantes porque había cobrado una herencia. Luego, cuando se arruinó y se quedó solo, bajó mucho la calidad de su literatura. Tengo un amigo poeta que, tras gastar su vida haciendo en vano buenos versos, ahora ha descubierto que con unas simples marcas en un boleto de la Bonoloto se puede alcanzar el mayor de los sueños. No acierta nunca, pero le mantiene en el empeño la misma esperanza que le ayudó a componer sus mejores odas. Y es que, como siempre han dicho los sabios, el mayor problema que nos genera el dinero, como en cualquier amor, es su ausencia. |