Marzo 2001

kepa sojo
La pujanza del cine francés

El cine francés es prácticamente el único del viejo continente que tiene una estructura de producción que, a pesar de estar a años luz del gigante estadounidense, exporta con pericia sus filmes al resto de Europa y se ha convertido, sin lugar a dudas, en la industria cinematográfica potencial con más posibilidades, al margen del gigante americano. A todo cinéfilo que se precie de serlo no le resultan extraños algunos nombres de directores franceses como los de los comerciales Luc Besson o Jean Jacques Annaud, los de los más intimistas Patrice Chereau o Claude Sautet, los de los talentosos Agnes Jaoui o Jean Pierre Sinapi, los de los veteranos como Claude Chabrol o Bertrand Tavernier, los de los independientes Mathieu Kassovitz o Leos Carax, o algunos nombres de actores como Gerard Depardieu, Emmanuelle Beart, Juliette Binoche, Romane Bohringer, Jean Pierre Bacri, Jean Hughes Anglade o Alain Chabat. Los franceses tienen otra particularidad que no sólo se puede circunscribir al cine sino a otras cuestiones relacionadas con la economía y es que saben vender muy bien sus productos.

Si alguien ha hecho turismo por Francia se encuentra con auténticas maravillas, pero también con lugares de interés dudoso totalmente preparados para el negocio turístico: con hoteles, bares, tiendas, tren de cremallera y otros engañabobos, que atrapan más al turista por los ojos que por el contenido. España, lejos del chauvinismo francés tópico en ocasiones pero económicamente fiable en muchos casos, con su complejo de inferioridad de siempre, no vende tan bien como el país vecino, teniendo un patrimonio monumental y turísticamente potencial semejante o mejor al de Francia. Con el cine sucede algo parecido. En España se estrenan bastantes películas francesas al año, pero en Francia y en Europa, por contra, pocas películas españolas. El cine español tan sólo exporta algunos nombres propios al país vecino o al mundo en general: Almodóvar, mito en Francia desde hace tiempo y en los Estados Unidos, por sus premios, Banderas, lamentablemente fagocitado por el "star system" del "welfare state" con pingües beneficios para su repleto bolsillo, Penélope Cruz, que tiene traza de convertirse en estrella allí también, Javier Bardem, tras su nominación y obtención de la Copa Volpi en el último festival veneciano de cine, y Victoria Abril y Carmen Maura, conocidas en Francia por una dilatada carrera a caballo entre el país de Balzac y el de Clarín. Es cierto que se organiza la Semana de cine español de Toulouse en Francia todos los años, donde se proyectan los filmes más destacados del estado, e incluso que instituciones como el Instituto Cervantes llevan a cabo ciclos sobre cine español. No obstante, esto es insuficiente y habría que intentar entrar en mercados internacionales porque de lo contrario el anquilosamiento y la falta de alicientes podría provocar un receso en la producción cinematográfica española que sobrevive a duras penas por la falta de un entramado industrial coherente.

Históricamente, el cine francés no sólo ha interesado a España, sino que ha abierto caminos en todo el mundo. Recordemos que los hermanos Lumiere inventaron el cine en 1895, que Melies hizo las primeras películas fantásticas de la historia, que Leger y Dulac experimentaron nuevos caminos en la época de las vanguardias históricas, que Abel Gance trabajó con el sistema polyvision, o que Jean Vigo hizo una apuesta arriegada y personal.

Recordemos también a Rene Clair, a Yves Allegret, a Marcel Carné, a la Nouvelle vague y sus innovaciones frente al cine americano. En fin, tengamos en cuenta que los franceses a lo largo de la historia han sido referentes básicos en el entramado cinematográfico mundial. De España, desgraciadamente, se conoce poco. Tan sólo son reseñables las aportaciones de Buñuel, que realizó gran parte de su carrera en el exilio, y poca cosa más. En Francia, por ejemplo, a excepción de algunos cinéfilos, nadie sabe quienes fueron Berlanga, ni Bardem, ni Nieves Conde, y esto es bien grave porque filmes como El verdugo, Calle mayor o Surcos deberían estar en todas las antologías del buen cine. El problema siempre ha sido el mismo, con la particularidad, extrapolando el caso de estos tres cineastas y sus geniales películas, del daño que, de cara al exterior, hizo el franquismo al cine español, sobre todo por la censura, aunque el único momento de pujanza relativa del cine español se produjo durante el período franquista con empresas del calibre de Cifesa, a pesar de que el mercado interior era el único destinatario de este cine, y que muchas películas eran de calidad ínfima.

Volviendo al cine francés y para demostrar la pujanza que posee, no sólo a nivel industrial, sino desde el punto de vista artístico, voy a comentar tres buenas películas francesas recientes que recomiendo a todo el mundo que no las haya visto. Si estas obras fueran Solas, de Benito Zambrano, Barrio, de Fernando León de Aranoa y Flores de otro mundo, de Iciar Bollain, y yo las hubiera visto en Francia, sería como para dar brincos de alegría, pero, desgraciadamente, las tres películas españolas citadas probablemente no se han visto de forma comercial en el país vecino, ni se verán. Al contrario de lo que sucede con los tres filmes que voy a citar a continuación, que me han sorprendido por su calidad, por la forma de estar contados, por sus buenos intérpretes y por su sinceridad, y por su buena distribución en España, aunque uno de ellos se haya circunscrito a cines de V.O. y salas alternativas. Las tres películas en cuestión son Ressources humaines(Recursos humanos) de Laurent Cantet, Le goût des autres (Para todos los gustos) de Agnes Jaoui, y National 7 (Nacional 7) de Jean Pierre Sinapi. Recursos humanos está rodada en blanco y negro y es una especie de docudrama realista donde la austeridad es la norma predominante, con actores desconocidos y probablemente amateurs en alguno de los casos. La película narra el conflicto de un joven de provincias de familia obrera que tras estudiar ingeniería vuelve a su pueblo a trabajar en la fábrica en la que ha dado el callo toda la vida su padre. Empleado en la sección de recursos humanos, la dirección de la empresa le obliga a expulsar a unos cuantos obreros entre los que se encuentra su progenitor, creando en él un grave conflicto existencial que se acrecenta al volver a reencontrarse con su pasado de pueblo y la nula evolución de sus antiguos amigos. No hay ternurismo, ni babosería sino realismo descarnado y drama cotidiano en esta magistral película que fue aplaudida en San Sebastián. Para todos los gustos es una película coral escrita en clave de comedia amarga por la que deambulan una série de personajes solitarios que buscan algo en la vida. La no consecución de sus objetivos y los miedos que les asolan por diferentes razones crean una gran frustración en ellos de la que intentarán escapar con diferentes resultados. Es un retablo de personajes humanos, divertidos, patéticos, sensibles y tristes que se encuentran en extrañas situaciones por su propia inseguridad. Un empresario hecho a sí mismo, sin cultura, de la vieja escuela, con una mujer insoportable y una pasión secreta, pero un gran sentimiento de soledad, una acrtiz cuarentona que está perdiendo el tren de la vida por su esnobismo intelectualoide, una guapa camarera que no sabe lo que quiere y vive a impulsos, un guardaespaldas solitario y cobarde que no es capaz de afrontar su futuro, un ingenuo chofer que cree en el amor verdadero, dos artistas contemporáneos homosexuales pedantes, pero a la vez imprevisibles .... En fin, la película describe la vida, la mediocridad de la gente, los anhelos no logrados y el quiero y no puedo. Una gran obra. Nacional 7, de Jean Pierre Sinapi, también está contada en clave realista y narra las vicisitudes de un grupo de discapacitados, sobre todo de uno de ellos, por poder mantener relacionres sexuales para poder seguir viviendo. Es una película que no sólo muestra los problemas afectivos de los discapacitados físicos o psíquicos, sino también la inseguridad de los personajes "válidos" del filme, como la guapa enfermera cuya vida sentimental es un desastre, que ayuda al discapacitado a buscar una prostituta con quien mantener relaciones sexuales en la carretera Nacional 7, con todos los problemas que ello conlleva. Rodada en clave de docu-drama, pero con grandes dosis de humor, se trata de una película basada en una historia real bien dirigida y mejor vendida.

En fin, es preciso decir que si siguen llegando a nuestras pantallas producciones francesas de calidad, bienvenidas sean. Mientras esperaremos a que el cine español siga saliendo al extranjero, pero no con cuentagotas, sino de manera más amplia. A ver que pasa.

Kepa Sojo
Director de Cine

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