Perfilesblanca gago domínguezAlejandra PizarnikEs ésta una de las leyendas negras que aún quedan en la poesía hispanoamericana. Su obra, inclasificable en ningún movimiento, escuela poética o tendencia artística ( aunque para la autora Victoria Ocampo era la diosa por excelencia ), describe un mundo personal, una conciencia, de un modo que lleva la sinceridad literaria a su máxima expresión y desemboca muchas veces en el intimismo brutal. Es acaso el narcisismo, del que fue acusada Alejandra en numerosas ocasiones, su principal arma poética. Exprimiendo el yo puedo llegar a cualquier otro, parece pensar constantemente. En una lucha constante por aprovechar las infinitas posibilidades de comunicación que tiene ante sí, el ser humano se da cuenta de que, a pesar de ello, sigue irremediablemente solo. A la autora esa lucha, y el agotamiento consecuente de la derrota, la llevó a suicidarse a los treinta y seis años ( en 1972 ) durante un permiso de fin de semana que había obtenido en el sanatorio psiquiátrico por buena conducta. Su final, a decir verdad, no sorprendió a la crítica, que la consideraba una autora marginal y conflictiva, incapaz de sobrellevar la vida práctica, dependiente y hasta manipuladora. Era una niña-monstruo. Y hasta hace muy poco, gracias sobre todo al esfuerzo de la gente que la conoció bien y la quiso, el público no ha podido acceder objetivamente a la obra de la autora argentina. La reedición sucesiva de sus obras poéticas ha sido paralela a la publicación de su Correspondencia y sus Diarios, que muestran de nuevo la búsqueda desgarradora del lenguaje sin límites que dé una posibilidad de esperanza, una respuesta tranquilizadora. Porque la poesía de Alejandra Pizarnik es eso, el intento de afirmarse y adquirir una identidad a través de las palabras. |