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Peripecias de un fotero
guillermo unzetabarrenetxea
Es casi un lugar común creer que la vida del fotógrafo corresponsal en paises exóticos con más o menos guerras es romántica y aventurera. Tiene sus ratos, claro, pero también se aburre uno mucho esperando la retrasadísima conferencia de un ministro impuntual, o gastando horas inútiles en un hotel perdido por falta de medios de transporte. La aventura puede estar agazapada en plena civilización occidental y consumista
Lunes, 17,00 h. Llaman de una agencia diciéndome que el trabajo aquéeeeel del que habíamos hablaaaadooo, dos fotos para los envases de unos briks, que habría que hacer a lo mejooooor esta semaaaaana
tiene que estar el miércoles entregado!!! Me mandan por mensajero un tarro con puré de lentejas y una pequeña muestra de puré de alubias: tengo que hacer un puré del mismo color y textura (por urgencias de última hora, no se puede coordinar la entrega de una cantidad suficiente). Ah, no hay que hacer dos fotos, sino diez. En placas 9x12.
Lunes 17,15 h. Hay tres días por siglo en que la temperatura sobrepasa los 30 grados en Vitoria, y yo aprovecho uno de ellos para fatigar calles en busca de un salero, una aceitera, morcilla de Beasain, puerros, platos de loza...
Sudo.
Martes 8,30 h. Llega el mensajero con el puré. Examino la muestra, selecciono los ingredientes para conseguir el color, y pongo todo a cocer. No se puede usar olla a presión, hay que controlar la proporción de agua por la textura. Tarda dos horas en las que la casa se va llenando de vapor. La mañana avanza y avanza, prometiendo más calor que ayer pero menos que mañana.
Sudo.
Martes 10,30 h. Me ha quedado un puré perfecto. Lo meto en un tupperware y en marcha. Cargo el coche de pimientos, saquitos de alubias, garbanzos y lentejas, chorizo y tocino, menaje, trípode, cámaras y más cosas. ¿Que pensaría un aduanero marroquí si me hiciese abrir el maletero?
Martes 10,45 h. Un patatero se salta un stop, obligándome a pegar un volantazo y a frenar a morir para no romper una rueda contra un bordillo. Los gestos de irritación tradicionales, pero no ha pasado nada. Sigo.
A pesar del aire codiciado, sudo.
Martes 11,00 h. Llego al estudio, aparco, abro el maletero...
¡¡¡ MECAGÜEN CASI TODO Y LA MAYORÍA DE LO QUE FALTA !!! ¿¿¡¡POR QUE NO HABRE DESTRIPADO AL PATATERO DEL STOP CON UN SACACORCHOS OXIDADO PARA ESTRANGULARLE CON SUS PROPIOS INTESTINOS!!?? El tupperware blandito por el calor del puré recién hecho se ha abierto en la maniobra del falso stop. Mi puré perfecto inunda perfectamente el fondo del maletero (moqueta, claro), pringa a la perfección los platos y cubiertos y cachivaches que había limpiado amorosamente, ha salpicado la rotula del trípode, y menos mal que la bolsa de las cámaras se ha librado. Soy un gran cocinero. No sólo es un puré perfecto para la foto, sino que es de un rendimiento fuera de serie. ¡Cómo cunde! Apenas he hecho un litro, pero oleadas de puré se estrellan contra los rompientes del trípode, un alud de puré ha desarraigado como abetos desplumados a los triángulos de emergencia (dos, obligatorios, ¿cuál será el ministro accionista de la fábrica?), un simún infernal aventa dunas infinitas de puré en el fondo del maletero, una erupción de puré ha sepultado el Herculano de bolsas en las que transportaba mi heterogénea carga, ¡es un Krakatoa, un Nevado del Ruiz de puré de alubias! Cierro rápidamente el maletero, no sea que algún viandante con los sesos reblandecidos por el calor me considere autor de la multiplicación de los purés y los peces y se ponga a venerarme allí en la acera. Pienso fugazmente que mis purés harían un gran servicio en las sequías de Somalia o las inundaciones de Mozambique... pero no, mejor no mentar más las inundaciones.
Sí, sí, es evidente que sudo.
Martes 11,30 h. De vuelta a casa, nueva cacerola al fuego, Spontex y al coche, coche y a la Spontex, fregar cacharros, limpiar de puré las raicillas de los puerros, las llaves, ridiosle, este puré tiene el don de la ubicuidad. Tengo una sospecha sobre la composición del maná con el que los hebreos se alimentaron en el Sinaí durante cuarenta años...
Pues claro que sudo, vaya pregunta
Martes 13,30 h. Otra vez en el estudio, esta vez sin percances. Y, ya no me acordaba, pero... ¡El puré era para hacer fotos! Coño, pues ya que estoy aquí voy a hacerlas, ¿que no?
Martes 17,00 h. ¡Lo hise, lo hise! Las fotos ya están Y NO SE ME HA VUELTO A CAER NI UNA SOLA GOTA DE PURÉ EN NINGUNA PARTE. Aunque, para compensar, se me han caído todas las alubias de uno de los saquitos. Y déle que déle creck creck cretrecreck a cada paso...
Y sudando.
Qué ingenuidad la de esas personas que pagan una fortuna para irse de aventura a descender el río Niger en piragua de tronco vaciado, o a cruzar Borneo en Land Rover, o subir los Andes caminando hacia atrás y cabreando previamente a quechuas y cocaleros. Si supiesen mirar, verían que un tupperware en el maletero es igual de excitante y más barato.
Y también se suda mucho.
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