Abril 2001

Desde dentro

mari carmen imedio
(Ir)realidades patológicas

Consecuencia del estrés y el uso del tabaco, en los cinco últimos años se ha duplicado el número de nacimientos prematuros. Uno de cada cinco trabajadores padece alguna enfermedad depresiva a lo largo de su vida laboral. Joven autista de veintiún años vive encerrado en su casa desde hace diecisiete.

¿La esquizofrenia como respuesta al malestar que provoca un mundo abarrotado de realidades patológicas? Nunca he sabido si establecemos diferencias entre la locura y el rechazo de la propia realidad, y ahora me empeño en perseguir disquisiciones lógicas en algo que quizá no las admite. La etimología del término (1) sugiere que el individuo se aparta de la inteligencia y, por tanto, separa a ésta de su guía de conducta. No existe mayor grado de adaptación al medio: cuando la realidad me daña, invento otra de la que nadie, salvo yo mismo, tiene evidencia alguna. ¿Improbable realidad la que conoce un solo hombre? Puede ser también que en este planeta de líneas cuadriculadas apenas quepa la curva de la lucidez, enferma o no. Ya se sabe que en las batallas es mejor no enfrentarse al enemigo a pecho descubierto; por eso, ante las dudas, los problemas y la compleja condición humana, practicamos el escondite huidizo, estrategia vital por excelencia.

Los cuerdos del Primer Mundo hemos desarrollado un mecanismo similar a la esquizofrenia: no eliminamos la realidad que nos desagrada; separamos meticulosamente lo bueno de lo malo para, luego, alejar de nosotros cualquier conflicto de con(s)ciencia. Así distanciamos al pensador que llevamos dentro y corre el riesgo de terminar desquiciado en una realidad tan desgarradora y poco afín a nosotros como la que inhalamos a diario. Es más simple desterrar a los soñadores que dejarse contagiar. Y más limpio aislar en sus continentes a los no nacidos aquí y, sobre todo, a quienes tienen menos dinero, sin reparar en que no somos dueños del suelo que pisamos ni de los obstáculos que queremos imponer.

Nos refugiamos en una realidad satisfactoria que no nos compromete y tampoco nos complica, a diferencia de la de algunas personas, no toleradas entre quienes hemos elegido cerrar los ojos a cuanto no siempre viste de tiros largos, desoír los gritos de socorro de los demás y seguir el ritmo de los mediocres, que se conforman con una realidad sólo aparente. Estamos ciegos, sordos y paralíticos. Los locos inventan realidades alternativas. Nosotros nos limitamos a enterrar las nuestras cuando somos incapaces de paladearlas sin atragantarnos. Ponemos bajo tierra lo que no queremos que exista; como si con una sepultura matáramos el zumbido que nos perturba.

Sumergidos en la que consideramos única realidad, para proteger nuestro buen juicio adoptamos personalidades que nos suministran como saludables. Ahogados en un entorno patológico, mostramos actitudes que también lo son. Parásitos del bienestar, seguimos sin querer darnos cuenta de lo que es (ir)real en medio de tanta pulcra fachada.

¿No hay vacuna? Sí, sí la hay; si provocamos reacciones, sí.




(1) Esquizofrenia, del gr. sc&Mac246;zw, escindir, y fr¿n, inteligencia.

Ilustración: Mikel Valverde

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