Texto: Raül Prunell Holgado
A Lot, al ver el cielo,
le parecía que Dios se había equivocado.
Pensaba que nosotros deberíamos vivir arriba,
allí,
y no en la Tierra dura y segmentada.
Siempre creyó que nos faltan alas
y nos sobran pies.
Que los globos no se escapan por pesar muy poco.
Se van
porque el cielo es su casa.
Y nos los venden con hilo,
el mismo que esconde la madre,
- y se resiste a soltar-,
cuando su hijo o su pequeña
cogen un tren de lejanías,
dicen "Me Marcho" que "No aguanto Más".
Lot se muerde el labio muchas veces.
Padece el síndrome del territorio.
Sólo al hacer el amor se lo olvida
cuánto envidia a esos otros seres,
los ángeles.
Hoy todos los cuartos dan a una ventana.
Todas las ventanas dan un cielo gris roto,
vestido de octubre y encinto de otoño.
Acuérdate el próximo domingo,
si en el parque hay un globero,
de pedirle un pasaporte.
Dile que ya tienes trabajo, permiso y papeles.
Incluso has votado y no te han hecho caso.
Dile, a pesar del negocio,
que TÚ prefieres
el cielo.
Todo está inventado, pero ¿todo está combinado? Una foto, unas letras y dos ilusiones.
Yo propongo la fotografía y un amante de la escritura le pone palabras.
Paula Arbide