La poesía de Everardo Norões: memoria de las pequeñas cosas, de los ínfimos seres, de las interminables lecturas ya olvidadas.
Everardo Norões (Crato, Ceará, 1944) es economista, poeta, narrador y crítico literario. Tuvo que exiliarse de su país por razones políticas y vivió en Francia, Argelia y Mozambique. A su regreso a Brasil, en 1981, publicó Poemas Argelinos. Después llegarían nuevos libros de poesía: Poemas, en 2000, Nas entrelinhas do Mundo, en 2002, A Rua do Padre Inglês, en 2006, Retábulo de Jerônimo Bosch, en 2009 y Poeiras na Réstia, en 2010. Como narrador es autor de O fabricante de histórias, premio Concultura, Manaus, en 2012, y Entre moscas, de 2013, que obtuvo el prestigioso premio Portugal Telecom da Língua Portuguesa en 2015. También es el responsable de la organización de la obra completa del poeta pernambucano Joaquim Cardozo, una de las voces más importantes en la poesía brasileña del siglo XX.
El poeta reside actualmente en Recife y ha hecho de esta ciudad uno de los referentes de su poesía como puede verse en algunos de los poemas recogidos en esta página. No se trata de un canto complaciente, sino todo lo contrario: Recife tiene las “piedras entristecidas” por la tarde o se muere como un animal herido mientras le rondan los urubúes desde lo alto de las mansardas de los viejos edificios coloniales. Surge así, en estos poemas, una nueva ciudad impregnada de aliento humano, empapada de sabores y aromas, de imágenes que quedan impresas en la conciencia como daguerrotipos de vida. Pero no sólo es la ciudad de Recife, sino las pequeñas existencias que nos rodean en el quehacer de cada día: insectos que sobrevuelan las hojas del olvido, perros que orinan sus secretos en callejones perdidos... Los seres y las cosas guardan un oscuro mensaje que sólo el poeta puede interpretar y que, gracias a él, somos capaces de entender: el huerto de la blasfemia, la lluvia de las sorpresas, la lama donde habitan los bichos, una mesa de bar frente al muelle, las palabras que otros dijeron y escribieron. En la poesía de Everardo Norões se produce una nueva lectura de la realidad como de la tradición escrita. Un ejemplo de ello es el “poema sin navidad”, donde el Niño de Fernando Pessoa hace referencia a un poema de su heterónimo Alberto Caeiro, “Num meio-dia de fim de primavera”, en el que se explica cómo el niño Jesucristo descendió del cielo para refugiarse en sus brazos humanos y desconsolados de poeta.
Los viajes, las lecturas, los hechos fortuitos que experimentamos, los seres ínfimos que vemos o las pequeñas cosas que nos rodean son el material del que se alimenta la hoguera de la poesía de Everardo Norões: una hoguera que se dispersa en cenizas, en palabras que se repiten con nuevos significados, pues el lenguaje arde en cada voz que lo pronuncia. O como el crítico Fábio Andrade ha escrito: “Es una poesía de fuerza y de memoria, en lo que ella tiene de más humano: el interminable trabajo de buscar un lugar, que se encuentre en las fronteras imposibles del olvido y del recuerdo.”
Los lectores que quieran conocer mejor su obra cuentan con una excelente traducción al español de sus poemas y cuentos, que ha editado Paralelo Sur Ediciones de Barcelona en 2012.
esqueleto de la calle del Bom Jesus
digo buenos días
al esqueleto
de la calle del Bom Jesus
como si estuviese
conmigo
en esa mesa del bar
mirando al muelle
transformándose
junto a las raíces de sus huesos
en un gesto de futuro
hundido en las piedras
entristecidas
de esa tarde de Recife
poema sin navidad
sin ser navidad
él me dio de regalo
un poema
en una hoja de papel arrugado
en el que decía que el amor
es como mosquito
que no se ve
pero se siente
sin ser navidad
aguardaba
que el Niño de Fernando Pessoa
descendiese del Cielo
para jugar con él
pero eso sólo existe
en la literatura
el niño que me dio
el poema
vive internado
en una prisión
para
mínimos delincuentes
que en lugar de a Jesús
solamente aguarda
al
Juez de Menores
naufragios
1
me adormezco
y es como si dijese
mañana cambio de continente
y un dios tejiese
en el huerto de la blasfemia
el núcleo más interior
del pecado
entonces Él vendrá
sin algebrizar silogismos
tan mudo como
los objetos de la casa
desconversará sombras
y despertaré
como si no hubiese
una parte siempre oscura
en el hemisferio
de la infamia
2
despierto
y es como si de noche
las palabras se volviesen hojas
en el árbol del huerto
sin credos rutinas devaluaciones
y una máquina revelase la lluvia
con su almacén de sorpresas
y así desde el otro lado
de ese muro
donde los perros orinan secretos
y nos cercan con sus
garras metálicas
para hincarse en la carne
y extirparnos
la piedra del discernimiento
el bicho en la lama
necesito de lama
para decir que el bicho habita
en el reborde del firmamento
y sus entrañas nutren
la incomodidad de la clorofila
necesito la ceniza
para recuperar
el hálito del muerto
transformarlo en campiña
donde pasten
insectos de nostalgia
necesito la hoguera
para alimentar las hojas
del olvido
agitar solo
en la concavidad de lo oscuro
el
desaliento
urubúes
Tres urubúes conversan
sobre la mansarda,
Comentan el descuido de las casas,
el vacío de los patios.
Divagan sobre la ausencia
de la podredumbre,
el olor que rige
el recorrido de los buitres.
Allí están,
sobre las tejas,
afilando las garras,
deglutiendo vísceras.
Al erguir las alas
enumeran
verbos, adjetivos.
Intentan descifrar,
desde lo alto,
de que forma
muere Recife.