PRESENCIA-AUSENCIA
Me pareció verte
dentro del silencio
que siempre me acompaña.
Tú venías de tus instantes,
yo llegaba de mis ausencias.
Se unieron las horas en el mismo minuto,
aquel que colgaba mis días en tu mirada
mientras convertía en música los años
de nuestras almas contenidas en una piel.
En algún lugar se explicaba un destino
con rumbo abarrotado de ocasos.
Fue entonces que se quebró mi voz,
llenándose con razones anónimas,
decidida a callar en locura y hierros,
olvidando infantil sonrisa.
El sendero se llenó de lágrimas,
se extraviaron las ilusiones.
Llegó la lejanía,
esa distancia prolongada,
y un tiempo semejante a sí mismo.
En vano he buscado aquel personaje que fui,
el aroma imprevisto de los momentos
y las sombras que dejamos un atardecer.
Ayer me pareció verte,
mas no eras tú.
Yo no era tampoco.
GRITO MUDO
Un aliento hecho añicos,
quemado a fuerza de silencio,
se ha amontonado en mi cielo
igual a nieve de febrero.
Tantas palabras han quedado interrumpidas,
entre muros frenéticos de monotonía,
que incluso la piel convertida en ceniza
no se atreve a pronunciar su deseo de vivir.
Hasta la aurora se ha marchitado
a golpe de atardeceres sombríos
mientras busca nuevos lugares
donde amanecer.
Aún es capaz de palpitarme
este corazón ansioso,
removido por el grito mudo,
que en la espesura de su interior
esparce multitud de miradas
hundidas en lo que fuimos,
y en lo que aún seremos capaces de salvar.
Espero abrir yo misma esa puerta
que resguarde la llegada de un segundo azul,
para que la mañana pueda brillar otra vez
y mis pulmones respiren sol sin amargura.