INCONSISTENCIAS
Y qué importa
si el filo de mi piel
tiene un olor más blanco
que el de las páginas que escribo;
o que las palabras que nombran un testimonio
de silencio,
tan lleno de incertidumbres,
no sean sino espíritus a cámara lenta...
Nada de esto sirve
para quien cabalga sobre amaneceres
acosados por los recuerdos de otras nadas.
Vacío.
Sólo hay vacío
para el que se atreve
a espiar un crepúsculo fugitivo.
Un hueco que se esconde
bajo los pétalos inflorecidos
por espanto
a esas chácharas arrojadas al aire.
Inconsistencia pura
rebuscando entre tinieblas
carne tibia donde inmortalizarse.
Quizá un sonido,
que se haga infinito en la humanidad,
aun a sabiendas
de que su terror pondrá cercos
a la hierba y al sol.
Y es ese temor al resplandor
el que nos lleva a luchar,
contra el viento y el universo,
para sabernos existentes,
aunque perdedores,
entre las ruinas
que empapelan nuestras vidas
sumidas en inmundicias
que nos invitan a morir
mismo imitando a la propia muerte.
AQUEL INSTANTE
Hoy ha nacido un silencio
del vientre púrpura de una nube
y aspecto de desamparo.
Ha llegado inmóvil,
asustado ha esperado la tarde
con sus sílabas de mar
para sumergirse en su azul de verano,
olvidando así su placer
de locura celeste.
Se ha aferrado a este reino
avanzando a través de los ecos,
rezando al sol le ponga labios
y poder sonreír al día,
alas para superar los abismos.
Ha dejado atrás su morada
llena de cenizas enamoradas de sí mismas,
desdichas que sugieren
gritos no pronunciados.
Ha sentido la caída de su frente
a la vez que su piel
sobraba ya sobre los huesos.
Ahí fue donde se sintió desierto,
reclamo inútil para la caricia
de un diablo inmundo
capaz de convertir su sueño en humedad.
Pensó así en surgir
de la voz del vapor
con la fuerza del rayo
escupido sobre la tierra
y bañarse en la quietud
de aquel instante vivo...