"Señora azul" cosechó un sonoro y raro éxito para la época puesto que su letra, que vapulea a esa Señora Azul que pontifica desde su inderribable púlpito moral, político y/o artístico ("Señora Azul, de vicio criticón"), se convirtió en una lúcida metáfora de la tambaleante dictadura franquista...
Cuarenta añazos ha cumplido Señora azul, el magistral disco de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. Sigue siendo un jalón indiscutible de la música pop-rock en español. Se asimila, pese a las claras diferencias de intención y resultado, a joyas americanas como Artaud, del increíble argentino Luis Alberto Spinetta y su Pescado Rabioso. El nombre del grupo, siempre se dice, recordaba a Crosby, Still, Nash and Young, pero la similitud no se limitaba a algo tan externo como el nombre, sino que se extendía al perfecto empaste de las voces de sus componentes y a la mirada tan folk y tan country de algunas composiciones.
Pero el cuarteto brillaba con deslumbrante luz propia. Recomiendo tres piezas maestras. La segunda canción fue "Sólo pienso en ti" y gustó tanto al difunto y recordado Enrique Urquijo, que en los noventa registró su propia versión. Cuenta la obsesión de un pintor que no acierta con el retrato de la extraña mujer que posa huidiza para él. Dos grandes detalles literarios: el seductor juego de la elipsis y el renovado sentido que cobra el estribillo tras escuchar la segunda estrofa. El segundo corte es "Don Samuel Jazmín", un número que con aires de cabaret (tan querido, sniff!, por el pop inglés de los sesenta) se encuentra en las antípodas del anterior –que es tan lírico– al satirizar la avaricia por medio de un deleznable personaje que parapetado tras la barricada de su usura saca las monedas del calcetín para contarlas. Esa rica vena satírica, también presente en "El vividor", culminó en el tema que dio título al disco y que por méritos propios ingresó con honores en la historia de la música en español. "Señora azul" cosechó un sonoro y raro éxito para la época puesto que su letra, que vapulea a esa Señora Azul que pontifica desde su inderribable púlpito moral, político y/o artístico ("Señora Azul, de vicio criticón"), se convirtió en una lúcida metáfora de la tambaleante dictadura franquista.
El disco, en fin, también representó un hito por su producción: metales, cuerdas, guitarras, piano y voces suenan con una limpieza a la altura de las mejores grabaciones anglosajonas del momento. Ese sonido analógico en que algunos educamos el oído y que hoy nos resulta todo un paraíso perdido (sniff! again).