SIN EMBARGO
Sientes que la tierra tiembla, todavía,
que has vuelto del infierno.
Y sin embargo los niños juegan en la calle,
alguien te recuerda y espera
y unos labios desean tus besos.
Sientes que la luz es oscuridad
que tus pasos no están,
que se han ido lejos y
te han dejado solo,
que la memoria no puede
desandar tus días,
que has comido y has bebido
de la felicidad que nunca llega.
Y sin embargo existe el atardecer
y unos brazos abiertos para abrazarte.
Sientes que caminas sin que te vean,
que atrás quedó la tarde
de esta noche que no tendrá sol,
que renacerás cuando tus ojos
vuelvan en otras miradas
y lloren en otras lágrimas
Y sin embargo hay caricias
que todavía no te han acariciado
y huellas en la arena
que todavía no has caminado.
Sientes que la respiración de esta angustia
te humedece de inquietud el alma.
Y sin embargo buscas el sosiego
en el rocío de una esperanza.
LA SANGRE DE LAS UVAS
Hay uvas que han muerto
para que su sangre no muera más.
Hay dioses que han muerto
para que todos se hagan uno.
Cuando los hombres descubran
que el estornino es espejo de su grey
aunque vuele solo,
entonces, recién entonces,
morirán a la muerte.
Quieren perdurar y perdurar,
vivir como las higueras
para acopiar brevas
y henchirse de su propia gula.
Nadie más come donde comen ellos.
La vida es un bosque de nieblas,
donde caza y muere el cazador.
Dicen que los dioses han muerto
para ser uno.
Para que los hombres
descubran que no hubo principio
ni habrá fin.
Para que la sangre de las uvas
no mueran más.