... las claves biográficas de Assange –con esa fugitiva y solitaria infancia– que aportan literatura y reflexión a ese desangelado e inexpresivo personaje que hace un tiempo se me apareció por televisión en dos dimensiones ...
¿Hay algo de cierto en Julian Assange? ¿Hay algo de romántico y algo de nihilista en su aventura? ¿Y hay algo de punk? Estas preguntas sin respuesta me han quedado después de leer Julian Assange. De la ética hacker a Wikileaks, que es un biocomic dibujado por Gialuca Costantini y escrito por Dario Morgante, dos italianos nacidos en 1971 y crecidos en lo contracultural.
Reconozco que la figura de Assange me producía cierta urticaria. Me repele del todo ese mundo oculto que denuncia, pero también siento rechazo compulsivo por los héroes televisados. Crecí con la pantalla que dejaba de ser amiga para convertirse en malvada, con las imágenes que ya no eran tan reales ni tan inocentes, con esa sombra de sospecha que ha oscurecido, por suerte o por desgracia, cada iluminado rincón de nuestro mundo.
Pero este cómic me ha devuelto a cierta zona franca. Me ha ayudado el dibujo, en blanco y negro, que es muy sugerente; la construcción narrativa, que está muy pensada; el guiño a esa película de Robert Redford, que me encanta y es perfecto; y las claves biográficas de Assange –con esa fugitiva y solitaria infancia– que aportan literatura y reflexión a ese desangelado e inexpresivo personaje que hace un tiempo se me apareció por televisión en dos dimensiones.
Yo también tengo algo de punk. Aunque me ponga jerseis de pico y chaquetas americanas. Quizá también tenga, sin saberlo, algo de hacker. ¿No será que la sospecha instintiva constituye un rasgo ontológico de mi generación?