ISSN: 1578-8644

LUKE nº 151 - Septiembre 2013



Poemas

Alfonso Vila Francés

SEXO O POESÍA

Me dijeron que iba a acabar mal
Y yo siempre les creí.
Ha tardado más de lo esperado
(y ha sido una espera muy aburrida)
pero por fin estoy cara a cara con la vida
y si me palpo los bolsillos
sé que puedo hacer una última apuesta.
Sexo o poesía.

POETAS A SALDO

A Benedetti lo habían dejado en los bancales.
A Mallarmé lo tiraban en la explanada del mercado.
Al pobre Miguel Hernández le habían destrozado la cara
con un spray.
A Quevedo lo tenían encerrado en la sacristía.
Vallejo parecía haber tenido más suerte:
lo tenían en una vitrina de cristal,
bien visible, pero el aire que lo envolvía
olía a paja doctoral.
A los Panero los vendían a saldo.
Estaban los tres metidos en una caja diminuta
y se arañaban mutuamente en busca de espacio.

DEMAGOGIA

Los museos, todo el mundo lo sabe, están llenos de niños asesinos.
Los tienen amaestrados y acechan en las esquinas.
Los cuadros los toleran porque cuentan chistes malos
y los conserjes han aprendido a perder a las cartas.
Los museos, todo el mundo lo sabe, son lugares depravados.
Las putas se disfrazan de madonas
para robar las tarjetas de visita de los cobradores de deudas,
mientras taxistas mercenarios
se descuelgan del techo con total impunidad.
Ni la policía quiere entrar en esos sitios.
Dicen que no cobran lo suficiente
y prefieren dedicarse a la caza de mendigos.
Hacen bien.
Yo he tenido amigos valientes
que entraron una mañana a un museo.
Sus huesos pueden verse ahora en la sala de antigüedades.

AULLIDO (REMAKE)

Yo he visto buenos poetas
prostituyéndose por cuatro perras
y he visto a los poetas mejores
emborrachándose con dolor.
(Sus cuerpos fueron apareciendo
en las playas del amanecer,
entre botellas de plástico y mástiles podridos
mientras los telediarios
hablaban de hoteles para caniches
y desfiles de siete lunas.)
Yo he visto mercaderes sucios
traficando con doncellas impúberes.
y las he visto crecer y convertirse
en asesinas consumadas.
(Los despachos y los ministerios
no tienen secretos para ellas.)
Yo visto como se derrochaba la esperanza
como quien vacía una botella de champán en un desagüe.
Y les he visto luego pedir explicaciones
con la boca llena de insultos y mentiras.
(Vosotros sabéis a quién me refiero.)
Yo he visto como la locura y el odio colectivo
convertían en apestados a los cuerdos y a los sensatos.
He visto como jaurías rabiosas escupían y mordían a plena luz
a hombres a los que nadie defendía,
a hombres cuyo único delito era ser hombres,
y querer seguir siendo hombres,
ya no dioses ni héroes, sino simple y llanamente hombres,
hombres que se equivocan y lloran y ríen y cantan
y no tienen miedo a reconocer
su defecto de forma, su apego inútil
por la vida.

PROBLEMAS DOMÉSTICOS

La palabra esperanza se me ha rebelado.
Dice que está harta de la palabra paz.
“Son muchos años conviviendo juntas”, se queja.
“Ya no me da ningún morbo verla desnuda”.
La palabra alegría también está dando problemas.
Sus compañeras de piso, frustración y rencor,
me llaman al despacho
para ver si yo puedo hacer algo.
–Paciencia –les digo. Son cosas de la edad.
–¡Pero es que está insoportable! –me responden ellas.
Se pone a bailar a las tres de la mañana.
Nos despierta a gritos. Ni nos deja leer tranquilas el periódico.
Y encima –me cuentan– encima está empeñada
en salir por televisión…
Pero la peor de todas es la palabra talento.
La mimé demasiado de pequeña. ¡Era tan graciosa!
Y ahora se me ha subido a la chepa
y reclama su espacio vital.

foto: ardiluzu