Hasta ayer me quejaba amargamente de que los zurdos somos una minoría repudiada y desprestigiada ...
Hasta ayer me quejaba amargamente de que los zurdos somos una minoría repudiada y desprestigiada. Ya saben, que si levantarse con el pie izquierdo trae mala suerte, que si "ezkerra" viene de "esku okerra"...
La cosa tiene guasa: ¿No es el hemisferio cerebral derecho el que regula el lado izquierdo del cuerpo? El caso es que no inspiramos confianza. Fíjense, que en una ocasión, anotando los datos personales de un tipo, me soltó un "no me gustan los zurdos". Aún me queda la duda de si no le inspiré simpatía por esa forma tan rara de escribir que dicen los diestros que tenemos o porque acudí a su almacén a protestarle una letra.
Además, "Que está a la mano izquierda" es la acepción más amable de una palabra que sirve igualmente para definir al "avieso y malintencionado", al "infeliz, funesto y aciago", al "suceso dañino" y a la "propensión a lo malo", entre otras veleidades. ¡Tela!
Y lo peor de todo es que probablemente moriré antes que un diestro de mi misma edad, hábitos y condición porque los aparatos y las máquinas y herramientas están concebidos para los diestros. Imagínense la noticia: "Muere al cortarse con el cuchillo de pescado. El joven, presuntamente zurdo, se desplomó sobre el rape que cenaba en un conocido restaurante de la parte vieja. Las incisiones -en la muñeca y en el rape- están siendo investigadas". Y para más inri soy varón y ex-fumador, así que quizás tenga los días contados.
Anoche mi mujer estalló, cansada de mis protestas: "¡Mira, llorón, siglos atrás yo hubiera ardido en una hoguera y de lo de septiembre no quiero ni hablar!". El caso es que mi mujer es pelirroja y en plena tensión preparto pidió la epidural. A la pobre le sentó como un tiro ver al anestesista torciendo el gesto cada vez más al acercársele y confirmar su tono de cabello y pigmentación.
Desconozco el razonamiento científico que justificaba el mohín del doctor y, desde luego, no seré yo quien ahonde en el tema con mi santa esposa. Tal y como está aún la herida, podría coger cualquiera de esos utensilios que abarrotan la casa y que maneja tan diestra y provocar una desgracia, vamos, lo que viene a ser un siniestro.