¿Te imaginas? Una larga carretera en medio de una llanura y yo buscando campanarios. ¿Te imaginas? El abrazo a la sombra de la catedral y el pórtico lúgubre. ¿Te imaginas? ...
“He vagabundeado lejos de quien me dio el anillo
y no renegaría de esta soledad migratoria”.
Seamus Heaney
¿Nunca?
¿Nunca has estado parado en una frontera, sin pertenecer a ninguna de las partes, intentando ubicarte ante la imposibilidad de la débil anchura de la raya?
¿Nunca, después de pensar algo diez veces y palparlo con las yemas de los dedos, te has apostado la vida y al tercer día has resucitado?
¿Nunca has caído en la magia del espejo, y hoy has envidiado la suerte, y mañana has lamentado la desgracia del reflejo que expele la imagen?
¿Nunca has existido?
Sueño
Descorchas la botella y el diluvio bautiza de besos los vasos. Yo bebo del éxtasis, sin perder la conciencia, y abril borra el día seis para nosotros del calendario. Un niño rubio, de tez blanca como la nieve, hace barcos de papel que pone a navegar sobre los charcos. Asomados al balcón, regañamos a nuestro tesoro embarrado en la isla de la plaza... John Silver "el largo" arría la calavera de la muerte del mástil de esos navíos. El sueño es realidad e incrédulos lo palpamos.
La maleta
¿Te imaginas? Sales de casa, vas buscar el mar, miras a la ladera del monte y no está la chimenea de la térmica. ¿Te imaginas? Salí de casa, fui a buscar el barrio de los pescadores, miré y faltaba uno de mis amigos. ¿Te imaginas? Una larga carretera en medio de una llanura y yo buscando campanarios. ¿Te imaginas? El abrazo a la sombra de la catedral y el pórtico lúgubre. ¿Te imaginas? Las orillas del Adour y el humo de la chimenea mezclado con las nubes. ¿Te imaginas? Para volver a casa tienes que cruzar una frontera. ¿Te imaginas? Iberduero aguardando doce años a que le devuelvan el cilindro de su torre. ¿Te imaginas? Una docena de eneros esperando a un amigo sin luz en la lámpara. ¿Te imaginas que vas a buscar el mar y no está la ladera del monte?
Milagros
Las palabras lo saben... Resbalan por la lengua. La panadera sonríe, ama los dolores. La trombosis le dejó el pensamiento confuso. Dicen que ya no le rige la sesera. El corazón late en el balde que lleva sobre la cabeza. En cada vaivén hubo un tiempo en que el sol daba una vuelta. El más viejo de sus nietos la regaña: "Abuela, nadie ama los dolores". Y ella sonríe al idiota que ha olvidado que es la madre de todos los milagros.
Las palabras lo saben... Resbalan por la lengua, son anunciadoras de la muerte
Posteriori
Si el gusano vomitase los granos de azúcar que habitaban el corazón de la ninfa, conoceríamos la composición del deseo y la razón por la que en las carnes que armaban aquel esqueleto causaba tanto amargor el fracaso en la búsqueda, inmortalidad