ODA POR ELLOS
No es un sueño esta herida,
ni un recuerdo que ha pasado,
es el llanto doloroso de los niños,
la mirada de los niños en el polvo.
Desde allá me llega su dolor, su muerte.
Y siguen muriendo en el silencio del mundo.
Dios mío, lloran los pájaros, llora el viento,
lloran las nubes, y las madres lloran.
¿Dónde está el amor, dónde la piedad?
Qué sombría está la tarde y muy helada.
Han pasado tantos días, y crece el grito del dolor,
y aquí estamos mirando cómo matan la vida,
cómo crecen las espinas de la muerte,
y no decimos nada, ni hacemos nada,
para evitar que muera la luz y la vida.
Seguramente volverán otros tiempos,
pero no serán éstos. Ahora es cuando miramos,
cómo se acaba la vida de un niño,
de una madre que muere protegiendo a su hijo,
tan solo con sus manos y su voz.
Dios mío, porqué llegan estas nubes negras?
Yo no quiero verlas, que se vayan lejos,
muy lejos, hacia los confines de la nada,
y no sientan mis orejas,
el llanto de las madres por sus hijos,
el llanto de los hijos por sus madres.
Que se vaya lejos el dolor
de los que sufren en el polvo de la vida.
París 9 de junio de 2012