ISSN: 1578-8644

LUKE nº 145 - Enero 2013



Sobre tapas de hule

Enrique Gutiérrez Ordorika

¿Si sólo llorar es posible y mi prejuicio contra dios insalvable, es poesía de locos amar a una mujer silenciosa que humea sobre las chimeneas y le duelen los ojos por los que entra el mundo?...

“Apaga te pido, nuestra vela.
En el terciopelo negro del vacío universal,
cantan felices las mujeres de los fugitivos.
Pero el sol de medianoche tú no lo ves.”

Osip Mandelstam

Universo feliz

La ciencia por el mal camino y la poesía ausente de la encrucijada: sexo y muerte parecen los únicos consuelos. Perdón -dijo alguien- : y la falta de memoria. Representaba a la mediocridad, y en aquel universo eran mayoría.

Fidelidad

¿Y si se desnudasen de repente todas las flores? ¿Y si el cáliz del ofertorio anchase sus corolas? ¿Y si sus pétalos dijesen quiero, obviando la pregunta? ¿Y si el polen cimbreara en los estambres? ¿Renunciarías al estigma? ¿Te conformarías con la pereza del zángano?

Epitafio

El alquimista llenó de nubes la probeta intentando desterrar el miedo de Aqueronte. El físico licuó el oxigeno, deseaba acercar las estrellas que el poeta destiló del proverbio acuoso. La luz pendida de la lámpara seca su borrachera celeste. En Roma no perdonan a Galileo ni su timidez ni su soberbia. En Galilea no le perdonan a Herodes el descuido. Cristo agradece el intento, reconoce su perseverancia. Seguramente el infanticidio hubiera sido una muerte más benevolente. El espíritu perdió la santidad en un burdel. Y el astronauta da volatines ingrávidos, buscando al padre culpable que no aparece.

Sobre tapas de hule

¿Si sólo llorar es posible y mi prejuicio contra dios insalvable, es poesía de locos amar a una mujer silenciosa que humea sobre las chimeneas y le duelen los ojos por los que entra el mundo? Contéstame chica pálida, mujer de cabello rubio a la que la ausencia del dolor le parece inalcanzable. Yo te entregué aquella simiente, cayó del cielo rodando con la luna. Ten confianza en el cíclope, el círculo pervive sobre la frente, mis versos suben por la escalera que mermará la oscuridad de esa frontera que nadie cruza. Construyó su alambrada el terrible amargor que aniquilará el otoño. ¿Estás dispuesta a donarme tu viejo corazón? Acabo de entregar el mío al barrendero que levanta una montaña de hojas secas con la punta de la escoba.

La cornamusa

Ya octubre desplumó los fresnos. La abuela arrastra las estufas. Mamá tensa el verso de alambre y tiende batas blancas al sol a las que ha vaciado del valium que llenaba sus bolsillos. Hace tiempo que una mano invisible desató la lazada de la cornamusa y el pie del funambulista cruzó por encima del abismo. El navío navega a la deriva hacia la ensenada de la muerte. Papá forra los regalos de reyes con envoltorios de cantos de sirena, pronosticando un nuevo marzo que rueda como piedra por el suelo. El petirrojo vuela con Mozart, bailando entre tinieblas la partitura de un réquiem tocado en cornamusa.

foto: ardiluzu