Contra los poetas en minúscula
Cansado de tanta solemnidad abrí la libreta
del recuerdo y constaté que mi poesía
viene del laurel en el barro, amigo
de una normalidad que tanto astro
ansioso por coronarse dice detestar,
la originalidad radica en ser humano,
mancharte en la calle y figurar
sólo en versos que son trabajo
de observación, receta y curiosidad
por nuestro entorno, santo
pagano que incita al infinito,
ya lo dijo Terencio, despreciado
por los guardianes de la ortodoxia
que no existe, dentistas que bien
harían curando sus caries de arrogancia,
parloteo, politesse y sobremesa de petulancia
en vez de disparar contra la sien
que tanto dicen amar en capilla, protegidos
en un caparazón, tortugas miedosas
en fuentes de agua virgen, manantial de público acceso
que ansían demoler para dilatar su reino extinto.
Reirán por lo bajo cuando les cuente del viejo
agarrado a la columna del parking, meón
paralítico de categoría, susurrarán perfidias
al mentar esa pobre sirviente sudamericana
o al negro disecado del museo de provincias,
argumentos que vapulearán en su sabia opinión
alegando frikismo para tapar su envidia, impotencia
de erectos mástiles de madera, rapsodas verticales
en su huida hacia adelante pensando en panteones
que a nadie interesan en la imitación de lo pretérito,
verbo que hiede y parece de segunda mano,
manoseado como esa estatua vaticana
con el pie desgastado por la repetición del gesto.
No levantarás al respetable
dándole cicuta
con la consumición gratuita,
no resucitarás un arte
apoyando la mano en el mentón
de la estafa.
Tanta compostura, tanto aspaviento
os hacen hijos de vuestro tiempo
políticamente correcto donde el escándalo
es cháchara, cha cha cha de plató televisivo
al que no vais porque preferís ser un grano
en el culo de universos más elevados
que desprestigiáis aburriéndonos
con citas de nombres bibliográficos
que conocen esos cuatro gatos
a los que destináis vuestros esfuerzos
con la creencia de Clío con los brazos abiertos
dándoos la bienvenida en un paraíso
donde no hay cabida para el vulgo.
¿Habéis estudiado la cronología?
Produce la impresión que os habéis saltado
Baudelaire a la torera, clásico y moderno
son novios inseparables, si los escindes
demuestras que tu ego no quiere aprendizajes
al arrimarse demasiado al pilón de la soberbia,
asesina de la autocrítica en el cajón del ombligo,
Y no sois Mitrídates ni el campesino
que educando la tierra tiene más visión de futuro
que vosotros, fútiles esclavos de un pasado
deshonrado, el arado requiere semillas de primavera
y métodos que amplíen el rendimiento de la cosecha
no tanto con tecnología sino con amor, contexto y lectura.
El despertar
I
Hablan una lengua muerta
advirtiéndonos del ocaso,
las ancianas zurzan memoria,
vomitan manzanas de asco
en las estribaciones del Coliseo,
los emperadores danzan luna llena,
prescinden de nuevas tecnologías
llorando en el templo de Vesta,
cegados por focos anónimos
que el desdichado de la torre
otea para impedir tránsitos
de ascensión melódica en yermos nichos.
¿Sortearás su estulticia?
Las ratas invaden Atenas, sin remisión,
mírala, cae exánime en el charco
donde se columpiaban las sombras
de tus hijos, cae una gota blanca
en mi dedo, el agua limpia
semillas de mi propio ser, y en Gran Vía
dos borrachos conspiran la degollación
de prostitutas en la Comisaría de Montera,
el edificio Metrópolis es el blasón,
el ave fénix está condenada
al cadáver de Pandora
y Alicia se despidió, taparon los agujeros
para perpetuar la esclavitud de los gusanos.
Sí, cobarde sí, gritas tus males
en la calle para que te escuchen los sordos
que comparten tu patetismo inerte del ombligo,
Delfos calla, silencio, hay un banquero en el ascensor
y paro mi cuerpo en el escalón de la tumba,
Virgilio yace, laurel, quiero que el viento me azote
para quemar más que manuscritos, sepulto
los añicos del cuadro en un bar frecuente,
ignoro la belleza que poseí, viciosa, no recuerdo
el nombre de una iglesia, mi fermai in Aspromonte
prima di percorrere tre volte l’Italia nel buio
in una settimana, desato la unión, atomizo
blancos cristales, exalto la amistad
en la plaza sagrada de la repetición, contoneo,
deleite chileno, ríe la bailarina, huelo
traición en el mensaje de texto, precipicio de maldad,
tambores de mentira para el pueblo, púlpito
asqueroso, distorsión. Todos fuisteis cómplices
del general gallego, fuisteis todos cómplices
de una purga en la posguerra, el monstruo no tiene público,
ni vergüenza.
Cínicos, manipuladores, asesinos, canallas,
si supieras que huimos, si vieras las lágrimas de mi abuela
cincuenta años después, tragarías mierda en tu apestosa
boca bubónica, no se trafica con sangre e ideas
como quien apuesta a la lotería que perdiste
por osar quebrar la frontera con límite
marcado en el respeto, lejos una chica
y un chico se besan, ajenos a la metralla
que aniquiló corazones de sus antepasados,
opuestos en bando, comunes en alma,
se llama reconciliación, caerán Tarquinios,
serás ceniza, no mutarás, polvo, nada,
hablo con la parca en la periferia, deposito
mi cabellera en la urna del mañana,
higienizando el presente, puliendo la piedra
para construir cimientos del edificio.
II
Arde la ciudad en el centro,
bebo las barracas de mi estipendio,
y los caníbales comen verdura,
saltan pieles a tiras en su comba
de billetes caducos, juguetes
tradicionales en la portería
del
minusválido taumatúrgico,
adicto los viernes de mayo
a pulsar teclas del inútil cajero,
gobierna inexistentes recesiones
anclado en vestigios de paja,
ruinas hinchadas por chinos de diseño
que solemnes rapsodas mastican,
escribiré versos en mesas de mármol
y los anacoretas aerodinámicos en formol
batirán récords de salfuman
en la trastienda de la Historia, dama
exiliada que el vulgo sólo aprehende
en libros que nadie consulta
porque en la amnesia hay petróleo estable,
debemos trepanar a esos profanadores
del sacrificio, búhos diurnos, fantoches
alados que bañan sus garras en burdeles
de postín, aviesos catecúmenos,
testigos de misteriosos asesinatos,
mi bemol, honi soit qui mal y pense,
tengo la quinta dimensión en la palma
de
mi mano, la Torre Eiffel derriba
fugacidades, la verticalidad es estable,
rechazo las valkirias del supermercado
y en el jardín sudo bolsas de contrabando
que el amo concede al mayordomo
reafirmando su fantasmal invisibilidad
oh when the jerks, oh when the jerks
go marching in, quitaremos máscaras
a los sabuesos ladrando verdades
al Universo, clamando satrapías
colectivas con vistas a los Urales,
cimas, pináculos al alcance, ya no hay monedas
en mis ojos, domino técnicas insecticidas,
en las ventanas del autobús brotan amapolas,
y el conductor sella pasaportes de eterna infancia
en la feliz fertilidad, carente de contaminación
en el racional río de la nueva vida,
democrático colofón de la acción.
III
Amanece en la montaña, disecciono
con paciencia periódicos de antaño
escuchando el rumor de los cerdos
que aprisionamos en el contenedor
para que olieran su propio hedor,
cada lenguaje tiene su época,
la esvástica al revés
es mera alteración del símbolo,
lo percibí en escaleras cuneiformes
que tejieron magos prerrafaelitas
cultivando hierbas en el tejado,
tiendo la ropa a sabiendas
que mi muralla de mondadientes
protege la fortaleza, corremos
campo a través soplando dientes
de león, cancelando tramoyistas,
dando artesanía al suelo místico
que dote de seriedad robos de espigas
consentidos por el busto de Palas
Atenea, reina de pájaros transportando ramas,
artífices de imperfecta arquitectura, anhelo,
piedra miliar de una fundación que sólo perpetuarás
si comprendes bondad en las fisuras, hay una mirada
de Swing en el ángel etéreo del mediodía,
simposio, neones, musa vintage, rostro a medida,
mírame, carne y tierra,
skin sing sink, Londres está en la esquina
y Carnaby Street no fue un miraje de los sesenta,
está en tu imaginación, sastre sináptico, costura
ministerial, toma las riendas, despierta y mata la pesadilla.