Con celosías construye otro de sus poemas: tejidos pesados que ocultan el color del cielo o del horizonte ...
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Del 6 de febrero al 13 de mayo de 2013
Mis obras tratan de construir lugares donde haya una experiencia que te despierte percepciones que a veces no esperas.
Cristina Iglesias
¿Existen materiales que aún no han sido utilizados, o no de la misma manera, en el proceso comunicativo?
Cristina Iglesias nos responde que sí, que es posible alcanzar un lenguaje diferente: tranquilidad de los espacios inertes, suave gorgoteo del agua que corre por superficies vegetales llenas de estrías; sonidos de manantial que se graban con persistencia en el oído del espectador; brillo transparente que hiende un paisaje de fibras vegetales y animales, de músculos y hojas, de tendones y lianas que abren cauces al discurrir de lo vivo.
Caminos corporales y vegetales por donde el agua –elemento tan escultórico como poético– discurre por quebradas y resbala hasta perderse en las cuevas construidas a la medida de sus Pozos. Mínimos paisajes, almas arrugadas pero en calma.
Con celosías construye otro de sus poemas: tejidos pesados que ocultan el color del cielo o del horizonte; enrejados ligeros que abren huecos por donde atisbar una realidad fragmentada; entramados de luces y sombras por los que se enreda la mirada. Celosías que parecen otras veces sembradas de letras, con las que cuartea de otro modo la amplitud de lo observado; sensación de mirar a través de las palabras, inevitables lentes de nuestro entendimiento.
Cristina Iglesias también observa desde el aire las ciudades y nos muestra sus laberintos: enrejado de calles de las que escapa su cámara al enfocar sus detalles, al regresar al silencio, al blando murmullo de los arroyos, al sonido de los pequeños pájaros.
Iglesias, en fin, nos lleva de la mano hasta “un espacio que tiene que ser permeable pero a la vez te protege y ves a través…. Aquello que subyace bajo la superficie” y nos conduce a la fusión de interior con exterior, de lo visto con lo escuchado, de las raíces de los árboles con los haces nerviosos del cuerpo; a la confluencia de contrarios: de lo duro con lo mórbido, de lo claro con lo oscuro, del dentro con el fuera… y más: en su habitación de alabastro nos relata cómo se apura la luz en la ligereza de las formas.