Urnas. Unos dias antes de conocer al pintor donostiarra Jose Belmonte tuve oportunidad de iniciarme en su obra de la mano de un gran amigo poeta, Jorge Carrero. Nos acercamos a la Galeria Arteko del barrio Gros(Iparragirre, 4) con los segundos soles veraniegos y la vaporosidad de unos cafes helados. “HOMBRES, MONOS E INDECISOS”, estribillo de la última exposición de JBelmonte, me dejó una doble sensación: brillante y enigmática. La extraordinaria calidad figurativa del pintor es indiscutible, brilla por los cuatro nortes de sus cuadros. El olor enigmático que despedían aquellos lienzos ha coincidido en el tiempo con una cita electoral –anticipada-, y con un poso de humildad caprichosa, reconozco a la sociedad en la que vivo. No dejamos de ser, hombres, o monos, o indecisos, frente a las urnas. La expresión popular pincelada: el expresionismo popular.
Heráldica. La tarde que conocí a Jose Belmonte también nos hubiera dejado conversar el sol, pero optamos por un rincón germinal de la Arteko, alrededor de su poker alternativo de intenciones, donde una cara de muchas caras me mira a los ojos. El pintor nació en 1960 y 25 años después ya salía licenciado en Bellas Artes, aunque haya escenas que rejuvenezcan, “mi abuelo, Jose Rocandio, era pintor y restaurador, me potenció, me interesaba su biblioteca de pintor, estaba rodeado de pintura y de pinceles” , recuerda. Viaja a Italia con una beca y comienza a publicar en periódicos (Il Manifesto, La Republica, o Nuova Ecologia)y algunas editoriales, “empiezo a explorar muchas técnicas con la ilustración, que luego aplicaré a la parte técnica del oficio”. Roma había dejado un germen ilusionante en el pulso de JB, como lo había sellado su abuelo: ambos compartían esa inquietud por la restauración, y claro, la creación/recreación.
Jaulas. Hay un zoo caleidoscópico en la obra de Belmonte que auna simbología y naturaleza. Que la naturaleza sea contraria al arte, en palabras del expresionista Munch, no desdice el proyecto de collages y retratos que el pintor donostiarra hace de “personas imaginativas, rompiéndolas, haciendo fotocopias, fragmentos, fronteras de órganos que al final cristalizan en lo que hay expuesto”. La tempura, la tinta, herramientas que han dejado en las vitrinas de JB decenas de galardones, entre carteles, revistas, ilustraciones,…entre su Donostia natal hasta Los Angeles. “creo en el proceso de trabajo, las piezas al final encajan, hay una parte narrativa que funciona porque hay diálogos entre los cuadros”, articula el autor. El mosaico genuino de sus fragmentos se muestra enredado/enrejado en un visor underground de animales y gestos. “siempre me han interesado, no soy racional, ya está asumida su simbología”, y el zoológico de aves, miradas y ojos profundos abre sus puertas, en clave de lienzo.
Llaves. Los hombres de ésta exposición no son hombres –o lo que entendemos por ello-, los monos dicen demasiado de sí mismos; y los indecisos, entre los que seguramente me debería de incluir, somos una colectividad que va buscando el momento arte: “me preocupa la estética/antiestética, la forma frente al contenido, yo no había pensado exponer, pero hay una necesidad interior….”. su presente es muy presente, quiere y necesita improvisar, liberar la libertad que lleva dentro. Donostia, Bilbo, Roma, Nueva York, Berlin, Donostia, un periplo abierto y feroz. Las llaves del futro pueden encontrarse en cualquier cuadro de Jose Belmonte.