De cómo haciendo footing...
Mi amigo Juan y yo, como solemos decir a la manera del sargento Arensibia, protagonista de esas historias de la puta mili de la revista El Jueves, hemos “nasío pa sufrí”. De ahí que nos empeñemos sábado tras sábado en nuestras sesiones de footing marcha atrás o gobacking sessions, a pesar de los hematomas, magulladuras, chichones, erosiones y todo tipo de laceraciones que forran nuestro cuerpo como consecuencia de los choques y las caídas. Vamos, que si quisiéramos hacer de ello chanza, podríamos contar que hemos sido víctimas de una tortura a la carta: póngame media de golpes, de segundo una de latigazos; unas quemaduras de cigarrillo de postre y luego, si acaso, una descarga descafeinada de máquina en los huevos... y colaría.
Ahora bien, después del episodio del mero que apareció en el estómago de la focaccia que se encontró en la panza del jaburrodelo –números abril, mayo, junio 2012– y mi pérdida del ojo derecho a manos de un avispado pescador sanpedrotarra, nuestras carreras en retroceso se han convertido en un ejercicio de auténtico masoquismo deportivo, pero lo llevamos con resuelta dignidad porque bien es sabido que, en todo deporte practicado con pasión, la consecución de la fruición final radica en el sufrimiento padecido en el proceso.
Esta vez arrancamos a las ocho y cuarto –en lugar de a las ocho y media oficiales– porque el calor aprieta y esos quince minutos parece que no pero te dan la vida. Nos decantamos por el recorrido más habitual, el que denominamos con la clásica y cursi etiqueta de “marco incomparable” que nos llevará inexorablemente hasta el paseo de la Concha, tras haber superado desde Monpás, la playa de la Zurriola, el paseo nuevo y el puerto, y terminará a través del paseo de Ondarreta en los ilustres Peines del Viento del finado maestro Eduardo Chillida.
Juan me recibe con su amplia sonrisa de siempre y un sonoro “Egun on, Arzalluz”, haciendo estiramientos en el muro de la playa de la Zurriola. Iniciamos el retroceso y enseguida dejamos adelante la colonia de gatos pestilente que vive entre las rocas de Monpás y un poco más tarde la cancha de baloncesto conocida como “la jaula” que sirve de espacio de recreo a los alumnos del Instituto Barandiarán y la ikastola Mariaren Bihotza. Hoy Juan se me pone pelín noñocultureta:
–Tío, últimamente Televisión Española está clavando sus cortinillas, cortinillas se llaman, ¿no? ¿O sólo se les llama “cortinillas” en la radio?
–No se a qué te refieres.
–A los anuncios promocionales de la propia cadena.
–Creo que se les llama “promo” sin más. La “promo” de los lunnies, la “promo” de teledeporte...
–Bueno, da igual. Últimamente lo están petando con las promos de sus películas; las del cine de la 2 y las del ciclo de cine clásico. Me encanta la voz de Lana del Rey.
–Pues dicen por ahí que es pura mercadotecnia, que no vale nada como cantante. A mí me recuerda un huevo a la vocalista de… –y en ese instante, tras saltar con agilidad un badén choco de cabeza contra un semáforo y quedo tendido en el suelo semiinconsciente, y el corrillo que se forma a mi alrededor se olvida de mí al segundo y empieza una pelea masiva monumental porque unos dicen que el disco estaba en ámbar y otros que no. No doy crédito a la escena y entretanto lanzo algunos quejidos y me ajusto el parche del ojo.
Y no sería la última algarabía de la carrera matinal…
(Continuará...)